En Colombia abundan las ferias y festivales que buscan mover la economía y atraer visitantes, pero pocas logran trascender el escenario comercial para convertirse en símbolos de transformación.
La Feria Internacional de Café, Cacao y Agroturismo (FICCA 2025), que tiene lugar en Neiva del 25 al 28 de septiembre de 2025, hace parte de ese grupo selecto. No es solo un encuentro de negocios; es un espacio donde el campo colombiano reafirma su identidad y proyecta su voz al mundo.
El Huila, tierra de montañas cafeteras y de cacaotales que encierran siglos de tradición, encontró en la FICCA un espejo de lo que es y una brújula de lo que quiere ser. Aquí, cada grano cuenta una historia, cada productor se convierte en embajador de su tierra y cada visitante descubre que el desarrollo rural no se mide únicamente en cifras de exportación, sino en orgullo, fortaleza e innovación.
Aunque el corazón de la feria late al ritmo del café y el cacao, su alcance trasciende los cultivos. La FICCA reúne innovación tecnológica, gastronomía, turismo rural, sostenibilidad y formación de nuevas generaciones. Es un escenario donde un barista compite por preparar la mejor taza, donde una emprendedora convierte el cacao en productos de cosmética natural, donde turistas recorren rutas cafeteras para conocer de cerca la vida en el campo, la diversidad de experiencias hace de la feria un punto de encuentro de mundos distintos: la finca y la ciudad, lo local y lo internacional, la tradición y la modernidad.
El agroturismo ocupa un lugar especial en este evento, no se trata de un complemento, sino de una apuesta estratégica que busca conectar al visitante con la esencia misma del territorio. Cosechar café, aprender a tostarlo, elaborar chocolate artesanal o escuchar historias de familias campesinas que han cuidado sus fincas durante generaciones se convierte en una experiencia transformadora.
Ese contacto directo fortalece la economía local y genera ingresos que se quedan en las comunidades, al tiempo que le da un valor agregado al producto: no es solo una taza de café o un trozo de chocolate, es la vivencia completa de la tierra que los vio nacer.
El reconocimiento internacional que obtienen los cafés y cacaos huilenses en la feria se traduce en autoestima colectiva. Cuando expertos extranjeros destacan las notas florales de un café del sur o la suavidad de un cacao cultivado en el centro del departamento, se fortalece un orgullo que impulsa a las comunidades a innovar y a cuidar aún más lo que tienen.
Ese orgullo no es un lujo, es un motor de transformación. Las comunidades que creen en su territorio están mejor preparadas para enfrentar los retos de la globalización y para construir un futuro sostenible.
Hablar de la FICCA sin mencionar el respaldo institucional sería incompleto. La feria se sostiene también en decisiones de política pública y en liderazgos que entienden el valor del campo. En este punto resulta fundamental reconocer el trabajo de la Gobernación del Huila, en cabeza del gobernador Rodrigo Villalba Mosquera, quien ha hecho de este evento un eje de su gestión.
Lo que marca la diferencia en su liderazgo no es únicamente el apoyo financiero o logístico, sino la capacidad de comprender la feria como un proyecto humano. Villalba ha insistido en que detrás de cada taza de café y de cada semilla de cacao hay familias que sueñan, jóvenes que buscan quedarse en el campo, mujeres que luchan por abrirse espacio en mercados que aún son desiguales. Su visión humaniza la política, porque no reduce la FICCA a un escaparate de productos, sino que la entiende como un escenario donde se dignifica la vida campesina.
Ese estilo de liderazgo empático, cercano al territorio, es lo que ha permitido que la feria crezca edición tras edición. No es un logro personal, es la construcción de confianza colectiva, la certeza de que el campo sí puede ser protagonista del desarrollo y que quienes lo trabajan son más que productores: son portadores de cultura, memoria y anhelo.
Lo más valioso de la FICCA es su capacidad de mostrar el lado humano del campo. Mujeres que heredan fincas y las convierten en marcas con reconocimiento, jóvenes que deciden quedarse en el territorio porque ven oportunidades reales, comunidades que transforman el agroturismo en un proyecto de vida. El relato que nace en la feria es auténtico, lleno de dignidad y confianza. En un mundo donde la globalización amenaza con uniformar culturas y productos, la FICCA reivindica lo propio y lo proyecta con orgullo.
La FICCA no es solo una feria: es una metáfora de lo que Colombia necesita, un espacio donde tradición y modernidad dialogan, donde la economía se encuentra con la cultura, donde el campo deja de ser visto como atraso y se convierte en motor de futuro. Aquí no solo se comercializan productos, se construye un relato colectivo de persistencia, dignidad y expectativa. La FICCA demuestra que cuando se apuesta por el campo, se apuesta por el país entero.
El Huila no inventó el café ni el cacao, pero ha sabido reinventarse a través de ellos, la FICCA es la prueba de que el desarrollo puede surgir del territorio con identidad, orgullo y sostenibilidad. La edición de 2025 será un hito, no solo para los productores y visitantes, sino para el país entero, porque mostrará que el futuro se puede escribir desde el campo con la grandeza de su gente y la abundancia de su tierra.
El reto es claro: mantener vivo este impulso y consolidar a la FICCA como un faro que inspire a Colombia y al mundo, porque detrás de cada grano de café y de cada semilla de cacao late una historia que merece ser contada, y la FICCA es, sin duda, el escenario donde esas historias se convierten en presente y futuro.
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Por: María Fernanda Plazas Bravo – X: @mafeplazasbravo
Ingeniera en Recursos Hídricos y Gestión Ambiental
Especialista en Marketing Político – Comunicación de Gobierno