Yo, como médico de este mundo movido por el consumismo y el egoísmo puro, que no entiende que esto es una emergencia y hay que mirar más por los demás que por nosotros mismos, me hago la siguiente pregunta ¿Desde cuándo portar un uniforme de médico o enfermera es sinónimo de criminalidad?
El uniforme lo portamos con orgullo, además no es el mismo uniforme que usamos en el hospital al que usamos en la calle, y creo que nosotros como personal calificado seguimos al pie de la letra las precauciones para protegernos y desinfectarnos a diferencia de la gente que no pertenece al sector salud.
Pero acaso se han puesto a pensar, que nosotros como personal de salud nos arriesgamos todos los días en nuestro trabajo y también ponemos en riesgo a nuestras familias, mientras los demás solo se quejan estando en la comodidad de sus casas, seamos más tolerantes con el personal sanitario, que se desviven y se exponen en su día a día y trabajamos con esfuerzo, voluntad y ganas mientras ustedes están en casa escuchando música, haciendo algo de ejercicio, o tirados en la cama viendo Netflix y quejándose porque no tiene nada más que ver.
Ya las agresiones pasaron de ser verbales a físicas , ya los taxistas no nos quiere hacer carreras, nos sacan de lo supermercados, a una enfermera la están amenazando para que se vaya del barrio, un médico tuvo que abandonar su vivienda por presión de los vecinos, agresiones físicas, ya no hacen domicilios a los hospitales y así de fácil se pasa de héroe a villano, pues mientras nos aplauden por nuestro trabajo, la realidad es otra porque hay discriminación y maltrato.
Piensen que el personal de salud es la primera línea de atención en Colombia un país donde cada vez es más difícil ejercer, por el afán de llenarse los bolsillos de dinero, que carcome a la sociedad y que desvirtuó el ejercicio de una de las profesiones más humanas, dignas y socialmente necesarias, por un sistema de salud perverso en el cual todos ganan, menos los actores principales que son los profesionales de la salud y los pacientes.
Sometidos a condiciones paupérrimas de trabajo, horarios extensos, agotadores, con sueldos muy bajos, sin vacaciones, ni primas, con demoras hasta de 3 meses para el pago de la nomina y ahora en la pandemia arriesgando la vida porque no están dando la protección que se necesita para que evitar contraer la enfermedad.
Todo lo anterior hace que ejercer nuestra profesión sea una verdadera osadía, enfrentándonos a familiares enojados, amenazantes, como si fuéramos los directamente culpables que no se les ofrezcan las condiciones mínimas a sus enfermos o porque las EPS no autorizan los procedimientos o medicamentos, haciendo que los pacientes nos pierdan el respeto y la confianza, dejándolos abandonados a su suerte y a los que ejercemos esta profesión sumidos en el infortunio y la ira, impedidos de ejercer plenamente nuestra vocación, de poner nuestros conocimientos al servicio de la vida y del bienestar de la gente.
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Por: Daniel Alexander Medina Victoria – damevi18@gmail.com
Médico Especialista en Medicina del Deporte
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