Nos llega una divertida anécdota, narrada por un empleado de una discoteca, que cuenta como un cliente quedó atrapado una noche…
Fabián lleva muchos años de mesero en bares y discotecas de la ciudad, y cree haber visto de todo. Peleas, discusiones, pedidas de mano, infidelidades y hasta buenas propinas, es lo que ha dejado los gajes de un difícil trabajo como lo es atender personas que luego con el alcohol en sus cabezas, pueden resultar un poco molestas.
En la discoteca donde trabaja, cuenta un día, que a eso de las cuatro de la mañana, cuando cerraron el sitio junto con sus demás compañeros, no se percataron de revisar todo el lugar, y uno de sus clientes se quedó encerrado.
Esa noche, un señor de unos 35 años, llegó con un grupo de amigos muy temprano, departieron varias botellas de Doble Anís, celebraban un logro en su trabajo, pero pasadas las horas, uno a uno se fue yendo, hasta quedar él solo en el lugar, consumiendo aguardiente una esquina y cada vez más ebrio.
En medio de la oscuridad, nadie vio que estaba dormido sobre una mesa, sosteniendo su media de Doble Anís. Los empleados cerraron el lugar y rato después el hombre despertó y como pudo, se puso en pie para salir del lugar, totalmente desorientado. Fue hasta la puerta y no pudo salir.
Minutos después, encontró una pequeña ventana en lo alto de una de las paredes, así que como pudo, colocó una silla encima de una mesa e inició su escapada del lugar, como pudo, salió por el pequeño espacio y desde afuera, se agarró de una de las ramas de un frondoso árbol que estaba muy cerca a la pared del sitio. Con tal mala suerte que su peso no soportó la rama y al piso fue a dar.
Eso lo recuerda muy bien Fabián, cuando llegaron al otro día a hacer el aseo correspondiente y encontraron un desorden inusual en la discoteca, pues fueron a revisar las cámaras de seguridad y vieron la travesía del despistado cliente que luchó por salir a pesar de su ebriedad.