Crecen los techos de cartón

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Una de las promesas políticas más sonadas en campaña es la de trabajar por disminuir la pobreza, mejorar la calidad de vida de los habitantes y optimizar las condiciones de existencia de la población; ese es un caballito de batalla al que casi todos los candidatos se le encaraman, pero cuando se va a revisar la realidad, a palpar lo que sucede en la arena, allá a donde algún día fueron a pedir votos, la situación es otra, así los indicadores presenten distintos resultados.

Hablaba por estos días con una persona que acaba de recorrer el municipio de Neiva, y me dijo que había quedado estupefacto, turbado y sumamente preocupado por la cantidad de asentamientos que han aparecido en Neiva. Me dijo tácitamente ¡Es increíble cómo se ha incrementado la pobreza en esta ciudad. Miles de familias están viviendo en situaciones deplorables de pobreza y desgracia!

Con ojos de preocupación y de alarma me hacía un recuento sobre la problemática social tan increíblemente grande que se ve en los cinturones de miseria de nuestra ciudad y muy poco o nada se hace para detener el aumento desmesurado de este gravísimo inconveniente. Niños con claros problemas de desnutrición y de abandono, niñas adolescentes comenzando a vivir embrazadas, jóvenes pandilleros y padres desempleados, sin posibilidades de ofrecer a sus familias un sustento.

Esta penosa situación trae a mi imaginación recuerdos inolvidables de mi vida universitaria y los sentimientos de inconformismo que nacían en la mente de quienes lográbamos entender la realidad de nuestra nación y el desgreño en que se orientaba su destino en las sucias manos de corruptos políticos que únicamente han buscado durante toda la historia de nuestro país, adueñarse de todo lo que pasa por su frente.

Muy a pesar de los años, traigo a colación tres estrofas de una canción que se entonó a viva voz por estudiantes inconformes en la década de los setenta y aunque el gobierno despliega una de las más fuertes campañas para dotar de vivienda a una gran cantidad de hogares, la pobreza continúa creciendo de manera desmesurada

“Qué triste se oye la lluvia, en los techos de cartón. Qué triste vive mi gente, en las casas de cartón. Viene bajando el obrero, casi arrastrando sus pasos, por el peso del sufrir; mira que es mucho sufrir, mira que pesa el sufrir. Arriba deja la mujer preñada, abajo está la ciudad, y se pierde en su maraña. Hoy es lo mismo de ayer, es un mundo sin mañana”.

¿Acaso podemos encontrar diferencia entre lo que sentía Alí Primera en 1970 cuando todo lo que sucedía a su alrededor lo inspiraba para escribir estas letras?

¿Será que el incremento en la drogadicción, en el número de jovencitas embarazadas, el pandillismo,  las escasas posibilidades de ascender socialmente para muchos, el hambre, la desnutrición y todos los demás flagelos no pueden tocar los sentimientos de los políticos para hacer cambiar nuestra historia?

De no ser así  simplemente estaremos cantando años adelante el estribillo de la misma canción que dice “Hoy es lo mismo de ayer, es un mundo sin mañana”.

Por: Hugo Fernando Cabrera Ochoa

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