En el año 2011 tuve la oportunidad de participar de una Misión Académica y Cultural en diferentes regiones de Asia y especialmente de China.
En algún momento compartimos con el delegado o representante de la Federación de Cafeteros de Colombia en ese país (que llevaba casi 20 años “representándonos” en dicha región) y a quien le pregunte intrigado ¿por qué razón la Federación no tenía, si quiera, una sola tienda de Juan Valdez en China, un mercado de mil trecientos millones de habitantes, es decir más de 30 veces el mercado colombiano?
La inquietud surgía, porque había visto, en el tiempo que ya llevábamos de recorrido por distintas ciudades de China, que prácticamente en cada esquina, existía una tienda de café Starbucks. La respuesta que recibí fue “estamos realizando los estudios de mercado para poder aperturar las tiendas”.
Por respeto con el funcionario no dije nada, pero quedé con una gran desilusión, pues no entendía ¿qué tantos estudios había que hacer?, cuando Starbucks abría una tienda, cada día y en cada esquina, del mismo territorio y para el mismo negocio.
Lamentablemente, la mentalidad de ese funcionario, que es generalizada para muchos, es la que nos tiene fritos como país, por alguna razón, tal vez de “educación para la dominación”, como dicen algunos militantes de la izquierda, nos ha metido en la cabeza que nuestra vocación es agrícola y que entonces nuestra misión como país es producir el café y venderlo en sacos para que sean las multinacionales que lo empacan y comercializan las que se queden con la ganancia.
Para que tengan idea, me comentaba el gran líder cafetero del Huila Octavio Oliveros, que al agricultor, ese que asume todo el riesgo, que se levanta a las 4 de la mañana, que paga luz con una tarifa como si viviera en Bogotá, y que trabaja como mula para cuidar su cultivo, solo le queda el 8% de utilidad en la gran cadena productiva del café, pues el dinero se lo gana es quien vende el tinto y no nosotros que solo vendemos el saco.
Es increíble, inconcebible, inadmisible, que la Federación de Cafeteros de nuestro país, teniendo una de las marcas más reconocidas y prestigiosas del mundo, con millonarias inversiones en publicidad, hasta en Time Square de New York, no tenga más tiendas que Starbucks, ni siquiera en Latinoamérica, eso me avergüenza como colombiano y como huilense y laboyano que soy.
Hasta que no entendamos que nuestra vocación agrícola no solamente es de cultivo, sino que debe traducirse en el procesamiento y manufactura de lo que producimos, seguiremos destinados a que sean otros los que se queden con el dinero y sean los agricultores y campesinos los que más trabajan y más arriesgan, pero los que menos ganan.
—
Por: Diego Muñoz Marroquín