Poner fin a la deforestación es nuestra mejor oportunidad para conservar la vida silvestre y defender los derechos de las comunidades. Además de eso, es una de las formas más rápidas y rentables de frenar el calentamiento global. Es por eso que debemos emprender una campaña por un futuro libre de deforestación.
Trabajar para detener la deforestación y la degradación de los bosques mientras ayudamos a restaurar los bosques perdidos es nuestra mejor oportunidad para resolver la emergencia climática, proteger la vida silvestre y defender los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales tradicionales.
Necesitamos más bosques de los que hay hoy. Históricamente, se ha pedido el fin de la deforestación, pero nuestra emergencia climática actual requiere una restauración genuina y justa de todos los ecosistemas naturales.
Las amenazas a la naturaleza varían de una región a otra. Por ejemplo, en los trópicos, la agroindustria tala los bosques para dar paso a la ganadería, el aceite de palma y las plantaciones para la alimentación animal.
La demanda de productos de madera puede amenazar los bosques de todo el mundo, ya sea de productos de papel desechables o de pisos de madera dura. En demasiadas partes del mundo, los gobiernos ineficaces o corruptos empeoran las cosas al abrir la puerta a la tala ilegal y otros delitos ambientales.
Si las corporaciones tienen el poder de destruir los bosques del mundo, también tienen la capacidad de ayudar a salvarlos. Las empresas pueden tener un impacto mediante la introducción e implementación de políticas de “deforestación cero”, que limpien sus cadenas de suministro.
Eso significa responsabilizar a sus proveedores por la producción de productos básicos como madera, carne de res, aceite de palma y papel de una manera que no provoque la deforestación y tenga un impacto mínimo en nuestro clima.
Las empresas no solo deben hacer estas políticas, sino que deben cumplir con estas promesas, maximizar el uso de su esfera de influencia y colaborar con otras instituciones afines en sus sectores, exigiendo a los proveedores que transformen la manera en que funciona nuestra economía para proteger la naturaleza y que se respetan los derechos humanos.
Las empresas deben establecer objetivos ambiciosos para maximizar el uso de madera, pulpa, papel y fibras recicladas en sus productos. Para los productos no reciclados que compran, deben asegurarse de que cualquier fibra virgen utilizada tenga garantías transparentes y creíbles de que se obtuvo de manera legal, que respeta los principios de responsabilidad ambiental y social.
Si vamos a detener la deforestación, necesitamos que los gobiernos hagan su parte. Necesitamos que los líderes mundiales adopten políticas nacionales e internacionales ambiciosas de conservación de bosques basadas en la ciencia más reciente, que nos permitan vivir en un mundo que evite las perturbaciones climáticas severas.
El aumento de la deforestación en Colombia en 2022 exige acciones urgentes. Entre enero y marzo del año anterior se deforestaron 50.400 hectáreas, superando las 45.500 hectáreas reportadas para el mismo periodo de 2021, y la cifra de los últimos 21 años ya supera las 3 millones de hectáreas, según el Ministerio de Ambiente. Esta preocupante tendencia reafirma la necesidad de una nueva ruta para frenar una mayor pérdida de nuestros bosques.
Este año entraría en vigencia el Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026, “Colombia Potencia Mundial de la Vida”, el cual tiene por objetivo sentar las bases para que el país se convierta en un líder de la protección de la vida a partir de la construcción de un nuevo contrato social que propicie la superación de injusticias y exclusiones históricas, la no repetición del conflicto, el cambio de nuestro relacionamiento con el ambiente y una transformación productiva sustentada en el conocimiento y en armonía con la naturaleza.
En el campo medio ambiental, uno de los ejes de transformación en los que se materializa este Plan, es el relacionado con la acción climática, pilar fundamental de este documento. Entre esas disposiciones se encuentra el ítem de Justicia ambiental y deforestación: El PND busca la creación del Consejo Nacional de Lucha contra la Deforestación y otros crímenes ambientales asociados (CONALDEF) que afectan los recursos naturales y el medio ambiente colombiano, para la defensa del agua y la biodiversidad.
De igual forma, este Consejo está encaminado a concretar acciones para detener la deforestación e implementar las nuevas estrategias de reforestación y forestación, así como fomentar el uso sostenible del bosque para controlar este delito y generar actividades de restauración en las áreas de reserva natural.
Esta crisis ambiental no da espera y de ahí la urgencia de una nueva ruta que revierta el aumento desmedido de la deforestación, desde una estrategia preventiva e integral que aborde los contextos de los territorios y sus comunidades. Un punto fundamental es la seguridad.
Tras la firma del Acuerdo de Paz, en 2016, la deforestación mantuvo un crecimiento permanente, que solo durante la pandemia mostró una leve desaceleración. ¡Estamos perdiendo nuestros bosques! El 52% del territorio nacional está cubierto por bosques de los que no solo dependen las comunidades que los habitan, sino muchos de los servicios que hacen posible la vida en las ciudades.
Sin embargo, de acuerdo con cifras del Ideam, desde 2015 anualmente se pierden, en promedio, cerca de 170 mil hectáreas de bosque, principalmente en la Amazonia.
El país necesita: a) Estrategias integrales en los territorios con acciones de tipo preventivo, correctivo y educativo más que de carácter coercitivo; que permitan abordar los motores directos e indirectos para lograr reducir o, en el mejor de los escenarios, detener la tasa de deforestación en el país. b) Fortalecer los procesos de planificación y ordenamiento territorial, pues más de la mitad del territorio nacional son bosques y, de ellos, el 34% (37 millones de hectáreas) confluye con resguardos indígenas y tierras colectivas de comunidades afrodescendientes, quienes, junto con los pequeños productores campesinos, juegan un rol fundamental para la conservación de la naturaleza. c) Hacer los bosques rentables de manera sostenible.
Erróneamente son vistos como ecosistemas que no generan una retribución económica y esta visión termina justificando su deforestación para dar paso a otros sistemas productivos.
El aprovechamiento forestal sostenible sí es posible, pero las comunidades que le apuestan a esta forma de vida todavía enfrentan muchas barreras que van desde las dificultades para sacar la madera de sus territorios hasta los dispendiosos trámites que se requieren para acceder a los permisos de aprovechamiento. d) Frenar la apropiación de tierras, que consiste en la ocupación ilegal de tierras con restricciones de ordenamiento territorial y procesos de titulación, como las reservas forestales protegidas, los parques nacionales y las reservas indígenas de Colombia (tierras que por ley no se pueden disponer, adquirir o embargar) para fines productivos como la ganadería o la actividad agrícola.
La oportunidad está en hacer realidad esta tarea de proteger la vida integralmente: tanto la seguridad de las personas como la protección de los recursos naturales de los que todos dependemos.
Entre estos, los bosques son algunos de los más importantes para la biodiversidad del planeta con funciones como purificar el aire y el agua, regular la temperatura y proporcionarnos alimentos, medicinas y materias primas que usamos todos los días.
La lucha contra la deforestación en Colombia requiere de un enfoque integral y participativo que involucre a múltiples actores y estrategias. La conservación de los bosques es fundamental para la calidad de vida de las personas y la salud del planeta, y debe ser una prioridad en la agenda política y social del país.
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Por: María Fernanda Plazas Bravo
Twitter: @mafeplazasbravo