No es sorpresa que en la política las alianzas de congresistas regionales esté ligada al presidente de turno. En vez de ejercer control político al Ejecutivo, varios legisladores deciden trabajar de la mano del Jefe de Estado.
Da más réditos políticos, garantiza puestos burocráticos. Perpetúa el poder político. Es más fácil ejercer una cómoda adopción de los principios del presidente que una posición crítica al primer mandatario. (Con posición crítica me refiero a no ser complaciente, indulgente sino todo lo contrario: a legislar a favor de los colombianos y no del jefe de Estado. Porque no siempre los presidentes hacen bien su trabajo. Con frecuencia perjudican a millones de ciudadanos).
Y si tienen dudas, pregúntenle al senador conservador Hernán Andrade, quien sabe lo que es trabajar estrechamente con tres presidentes de la República. Fue pastranista, uribista y hasta ayer, santista, consciente que el santismo dejará de existir el 7 de agosto de 2018. Tres en uno. No se ruboriza por ello. Le enorgullece encender una vela a Dios y otra al diablo.
De hecho, El Espectador publicó unas recientes declaraciones del congresista huilense que dan cuenta de su experticia en lo que se refiere a las prácticas del camuflaje: “No tengo ninguna clase de veto con nadie. Acompañé al expresidente Pastrana en sus cuatro años, a Uribe en sus 8 años, y para mí sería un honor compartir tarima con ellos y con el candidato del partido”. Andrade, acérrimo defensor del proceso de paz, abre la posibilidad de alianzas con críticos del mismo proceso, es decir, con el uribismo y un sector del conservadurismo de cara a las elecciones de 2018.
Desde luego está en todo su derecho de hacerlo. Andrade sabe que para triunfar en la política nacional es imperativo comportarse como un camaleón. Su discurso da giros de 180° de la noche a la mañana lo cual le permite tender puentes con políticos de los cuales tuvo en un principio las mejores opiniones y luego unas no tan positivas.
“¿No puso acaso usted en marcha un proceso de paz en el que hubo entrega efectiva, total y material de parte de nuestro territorio a las Farc?; ¿no tuvimos que soportar los colombianos cuatro años de secuestros, asesinatos, narcotráfico y todo tipo de abusos de parte de quienes cómodamente se refugiaban en El Caguán?” le increpó hace un mes Andrade en una carta a Pastrana.
Al parecer, su percepción negativa se evaporó y por aquello de que la política es dinámica, retorna a sus años de pastranista y uribista.
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Por: Juan Corredor García – juan.corredor@urosario.edu.co
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