Sin planificación seguirá la destrucción

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En esta semana hemos llorado y lamentado los muertos de Mocoa, tragedia anunciada dicen unos, cosas de la naturaleza dicen otros, todos se culpan, nadie asume responsabilidades y simplemente queda la espera sobre la próxima vez que, por falta de planificación y control, volveremos a llorar y pedir que no sea tan grave como ésta, o peor, como la de Armero.

No sabemos cuándo y cómo, y la mayoría de nuestros municipios tampoco, pues han sido construidos sin pensar en los riesgos inminentes que corren, sobre las tierras que a bien han podido adquirir y pagar o en las que ha regalado el gobierno, en muchos casos, favoreciendo a sus amigos terratenientes.

Si nuestras ciudades y pueblos siguen creciendo sin planificación estamos destinados a seguir viendo y padeciendo destrucción. Contados con los dedos de una mano son hoy día los municipios que tienen actualizado el Estudio de Vulnerabilidad y Riesgo, documento fundamental, no sólo para la mitigación del mismo, sino para la elaboración del Plan de Ordenamiento Territorial POT, que también ha sido dolor de cabeza e imposible de lograr para tantos otros. Sin esto no puede haber planificación sería y seguirán nuestros políticos de turno llegando preocupados solamente por los puestos y contratos que deben administrar y no por el futuro de su municipio.

Si bien actualizar el Estudio de Vulnerabilidad y Riesgo implica la destinación de algunos importantes recursos del municipio esto debería priorizarse por encima de cualquier otro gasto, pues hasta que no se tenga, cualquier inversión que se haga puede ser perdida.

De qué sirve, por ejemplo, hacer unos gaviones, si el estudio establece que cualquier vivienda que esté a cierta distancia de la quebrada está en situación de riesgo y tarde o temprano llegará la tragedia, cómo determinamos hacía qué lugar debe crecer la ciudad o si legalizamos un asentamiento subnormal si no tenemos claros cuales son los puntos críticos de riesgo.

Con los estudios descritos, a renglón seguido, se debe pensar y determinar muy claramente cuál es la vocación de la ciudad, el POT de 2009 estableció que la de Neiva es, en primera medida, agropecuaria, si es así, ¿dónde están las vías terciarias que permitan el transporte de los productos a los centros de abastecimiento?, ¿dónde la tecnificación y preparación de nuestros campesinos y productores?

Según dicho documento, Neiva tiene también una vocación de minería e hidrocarburos, ¿será que vale la pena seguir apostándole a eso?, por último, consideró que es una ciudad prestadora de servicios, tal vez lo más acertado para hoy, pero si esa es nuestra vocación como ciudad qué estamos haciendo para ello, un aeropuerto en la mitad de la ciudad con mil deficiencias poco superables y en el cual, así inviertan miles de millones, no cumplirá las expectativas de una ciudad que se considere prestadora de servicios?

Son muchas las tareas pendientes y si desde ya no pensamos cuál es el futuro de nuestras ciudades, si no mitigamos sus riesgos, y sobre todo, si no elegimos las personas correctas que de verdad piensen en ello y no el favorecimiento de sus amigos, serán muchas las tragedias que tendremos que soportar y por las cuales, cada uno deberá asumir, así sea internamente, sus responsabilidades.

Por: Diego Muñoz Marroquín

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