Pregúnteme cuánto me importa

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De los mismos creadores de “usted no sabe quien soy yo” llega “yo no le estoy preguntando qué opina”… una de las frases que pronuncia airadamente[1] el ex coronel de la Policía del Huila, Oscar Pinzón, dirigiéndose a la patrullera Ana Milena Cruz, a quien acosaba sexualmente.

El tipo se sentía un galán, el dandi mayor creyendo que la insistencia era un acto heroico propio de un caballero que sabe lo que quiere. Pero a ver… la historia es muy distinta, las acciones y palabras del ex coronel no son propias de un “hombre esperanzado”, son las de un depredador frente a su presa.

Por eso le importa un bledo lo que ella piense, crea o diga… porque él no tenía al frente a una persona, tenía un objetivo. Y como todo cazador utilizó los recursos que su lugar de mando le confirió para acorralar a la víctima: cambio de lugar de trabajo, restricción de vacaciones, amenaza de traslado, obligación de reportarse diariamente y la lista sigue.

Lastimosa (aunque no sorpresivamente) esto no fue lo que vieron algunos periódicos y noticieros, pues al informar el caso mostraron fotos de la patrullera vestida de civil con un vestido de tirantes negro ¿qué intentaban? No se hagan los inocentes ni nos metan los dedos a la boca… el aspecto físico de la patrullera acosada es irrelevante para la noticia.

¡Es irrelevante porque lo que importa es él! Importa el abuso de autoridad, importa la inoperancia de los conductos regulares, importa la prepotencia de una institución que oculta situaciones internas de discriminación y violencia… eso importa, no el aspecto de la patrullera.

La exposición de las fotografías de Ana Milena busca restarle responsabilidad a este señor Pinzón, busca nuevamente reforzar el mito y la creencia de que los hombres no pueden controlar su sexualidad porque actúan por impulso y que sólo basta una mujer atractiva para que pierdan los estribos.

En ese orden de ideas, evitar ser víctimas de cualquier forma de violencia sexual (incluyendo el acoso y los piropos) es responsabilidad de nosotras. Tenemos que evitar que nuestros gestos o maneras de vestir despierten la lujuria devoradora del depredador ¿suena exagerado? Pues ese es el discurso que la sociedad nos manda a las mujeres, aunque más maquilladito y soterrado, como todo en este país.

Volviendo al tema de Pinzón, entonces no era él, el es un honorable uniformado que en diciembre del año pasado recibió una condecoración por su liderazgo (aún después de que Ana Milena Cruz lo había denunciado por acoso), era ella… ¿no ve? Es que es toda bonita, mínimo hasta lo provocó, y la perla, la cereza del pastel, la chambonada más terrible: cómo le fue a dañar la hoja de vida a ese señor ¡Hágame el bendito favor!

Todo lo contrario ¡ya era hora! ya era hora de que el movimiento mundial de denuncia contra el acoso sexual llegara a esas instituciones que saben guardar tan bien sus secretos. La valentía de la patrullera Ana Milena Cruz la hace precursora de cambios urgentes, cambios que incluyen acabar de una vez por todas con la condescendencia institucional hacia los acosadores.

Y lo pongo de este tamaño porque en las oficinas de Talento Humano de la Dijín, unidad a la que la Patrullera pertenecía, le respondieron su queja diciendo que ella malinterpretó los halagos de su superior, y como si fuera poco y para que se indigne un poquito más, también le dijeron que su forma de vestir pudo haber causado el problema ¿Cómo la ven?

Y como siempre… mientras el ex coronel pavoneaba tranquilamente su autoridad, Ana Milena asistía a atención psicológica para ayudarse a afrontar esta situación que empezó hace dos años. Sólo hasta ahora se ha empezado a hacer un poco de justicia, hoy podemos decir que estamos con Ana Milena, porque es en manada que asusta al depredador.

[1] Escuche el audio completo aquí http://caracol.com.co/radio/2018/02/16/judicial/1518786147_731907.html

Por: Claudia M. Álvarez – claudialbaricoque@gmail.com
Twitter: @cmalvarezh

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