Los que no quieren a Neiva, una tragedia ambiental

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John Hammer Leon CuellarHaciendo un recorrido por barrios y comunas de la capital huilense, en estas épocas del fenómeno del niño y ad portas de una niña, confirma uno cada vez más que Neiva está repleta de habitantes inconscientes que no quieren a su ciudad.

Parques, colectores de aguas lluvias y quebradas, hoy son basureros y escombreras, que dejan una triste imagen de la capital bambuquera de Colombia. Por ejemplo, el río Las Ceibas, nuestra única fuente de agua que surte el acueducto de los neivanos, está siendo invadido por todo tipo de basureros satélites que reflejan la inconciencia de la gente.

Llantas, bolsas de agua, recipientes inservibles, papel, electrodomésticos, escombros, vidrios, y todo tipo de residuos sólidos, hacen parte de la larga lista de agentes contaminantes que a diario arrojan al medio ambiente los que no quieren a Neiva.

Qué le cuesta a quien se está tomando un jugo, depositar el vaso en los recipientes instalados para ello, o si no lo encuentra, pedir permiso en un local comercial para alojarlos en las vasijas que sus dueños a bien tengan. O a quien va en su auto, en lugar de arrojar a la calle esa servilleta que acompañaba la empanada recién degustada, transportarla temporalmente hasta el lugar de trabajo o residencia donde la deposite debidamente en los recipientes destinados para ese fin.

Y qué decir de los otros miles de neivanos que a diario pagan a zorreros para que transporten sus escombros a otro lado sin importar si el transportador informal los deja tirados a tres cuadras para que le estorben a otro o a una comunidad entera. Qué les cuesta apilarlos y si no superan el metro cúbico, disponerlos para que Ciudad Limpia los recoja en los horarios y sitios establecidos de recolección de basuras. Si superan esta cantidad, qué les cuesta llamar a la línea 018000956363 o a los teléfonos de la empresa de aseo, para pagar por su recolección y disposición final en la escombrera municipal que está ubicada en el relleno Sanitario los Ángeles de nuestra ciudad.

Menos mal todavía existen esas ciudadanas ambientales que cuando buscan entre sus carteras las llaves de su oficina o de su casa, se le salen todo tipo de papelitos de caramelos, apuntes, o bolsitas, todo arrugado, que precisamente no arrojaron en las calles para alojarlos en los sitios indicados. De suerte aún tengo amigos ambientales que llevan casi que un basurero en sus vehículos pero cuando llegan a sus destinos limpian el carro de ese desorden y lo depositan en las canecas apropiadas que encuentran.

Pero esos ciudadanos conscientes son muy pocos. Ante esa falta de cultura y educación ambiental, aquí toca es con la ley del garrote prohibir esas acciones que a diario nos contaminan la ciudad. La Secretaría del Medio Ambiente de la Administración Lara Sánchez viene en ese sentido, implementando distintas estrategias, como la promulgación reciente del Decreto 0119 del 8 de febrero del presente año que sanciona con multas de entre 1 y 5 salarios mínimos legales mensuales vigentes a quienes se bañen, hagan paseos de olla o laven vehículos en el río Las Ceibas. Un paseíto que puede salirle hasta por tres millones y medio. Nada agradable al bolsillo.

Aquí era justo que hubiera una medida de este calibre. Si bien el uso de los ríos es de carácter público, cuando los inconscientes dejan todo tipo de basuras en esos paseos antiecológicos, es necesario proteger el bien general como los afluentes hídricos que surten los acueductos municipales. Y a quienes les gusta los paseos al río, bien les cabe este mensaje: cuando se olvidan los deberes, se pierden los derechos.

Y es que a diario quién no ha visto cometer infracciones ambientales como sacar la basura en horarios no autorizados; disponer residuos sólidos y escombros en sitios de uso público no autorizados; arrojar basuras y escombros en fuentes de agua y bosques; disponer inadecuadamente de animales muertos, partes de estos y residuos biológicos dentro de los residuos domésticos o en lugares no autorizados; realizar quema de basuras y/o escombros sin las debidas medidas de seguridad y en sitios no autorizados; permitir la deposición de heces fecales de mascotas y demás animales en prados y sitios públicos; arrojar basura desde un vehículo en vías públicas o parques.

Por eso la secreambiente está analizando la efectividad del comparendo ambiental y hacerlo más contundente para que les duela el bolsillo a esos que no quieren a Neiva y que cometen todo tipo de infracciones ambientales.

Esta secretaría que orienta la maestra Gloria Amparo Gutiérrez de Olaya, también está estudiando la confección de un decreto que regule y controle el uso de llantas usadas, otro de esos residuos sólidos que se ve por todos lados, para sancionar a quienes dejan abandonados estos objetos los cuales, por norma, ni al relleno sanitario deben destinarse. Estos deben tener un tratamiento especial en procesos de almacenamiento, transformación y descomposición para darle otros usos a sus componentes.

Así mismo, se están estudiando convenios para crear el Coso Municipal (sitio para albergar animales callejeros), para que aquellos que no quieren a Neiva, paguen por tener en ese sitio, caballos, perros o cualquier otro animal, y no deambulando y ensuciando calles, destruyendo pastizales, zonas verdes y suelos.

Entre otras acciones la Secretaría del Medio Ambiente de la administración de Rodrigo Lara Sánchez, está evaluando convenios con la Universidad Surcolombiana, para recuperar el Parque Jardín Botánico de Neiva, convertido en otro basurero y su principal quebrada, la Matamundo, que surte sus lagos, contaminada con aguas servidas.

Ya vienen las fiestas sampedrinas, y qué imagen le estamos dando a nuestra ciudad?. Pero antes viene el fenómeno de la niña y en esta zona a la que pertenece Neiva, con clima propio del bosque tropical seco caracterizado por verano intenso con lluvias torrenciales, de seguro veremos inundaciones en diversos barrios (ojalá sin muertos que lamentar), debido a que los drenajes (colectores de aguas lluvias y quebradas) están repletos de basuras y escombros que represan el agua y la desbordan en calles y casas.

Además, con tarros, botellas y calderos, arrojados por los que no quieren a Neiva en cualquier lado de la ciudad, se multiplica el virus del zika ya que en temporada de lluvias, estos recipientes almacenan agua sin control, hábitat ideal para el mosquito transmisor.

Los que no quieren a Neiva son muchos. La tragedia ambiental que dejan sus vidas, nos afecta a todos. Denunciemos sus abusos. Hay normas para sancionarlos. Por ejemplo, los que derrochan agua, ahora que necesitamos ahorrar el vital líquido, pueden ser denunciados a los cuadrantes de la policía o a la línea 123. Aunque lo ideal sería que el amor por Neiva evitara el castigo. Toca multiplicar el buen ejemplo de pocos. Es un imperativo ambiental por el bienestar general.

Por: John Hammer León Cuéllar – johnleonc@outlook.com

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