La tía Elisa está de luto

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Hoy, cerca de las seis de la mañana, recibí una extraña llamada, era de esos teléfonos que dicen número desconocido, razón por la cual no me apresuré a contestarlo, pero ante su insistencia en una segunda llamada, levanté mi teléfono y contesté, dije aló en dos o tres ocasiones, pero solamente se escuchaba en el fondo las notas de una de las canciones compuestas por Augusto Algueró Dasca e interpretada por Pepa Flores, “Tómbola”, y unos sollozos tranquilos, pero nadie hablaba.

Guardé silencio por unos segundos y nuevamente dije ¿aló?, con cierto nerviosismo y ya con la imagen de Edgar Artunduaga en mi mente, pues era su canción preferida, además de muchos poemas hechos canción en el género vallenato, pero esta particularmente era su preferida.

Por mi mente pasaron muchos interrogantes, ¿será que Edgar está amanecido y está nostálgico?, pero inmediatamente lo descarté pues él jamás tomaba más de la cuenta y mucho menos en un día de trabajo y de compromisos con su pasión, la radio; además era un hombre muy fuerte y equilibrado al que cualquier cosa lo derrumbara.

Mientras pensaba, en cuestión de segundos, por fin se escuchó una voz entrecortada de mujer, ya de edad avanzada que me dijo “Hola mijito soy Elisa, la tía de Edgar. Definitivamente esta vida es una tómbola” y nuevamente se silenció y se escuchaban los suspiros de ella combinados con las notas de la canción.

Yo inmediatamente le dije “tía Elisa buenos días, qué pasó” y pasado un momento expresó las siguientes palabras: “Y cuando llegue el día del último viaje, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar” y enseguida caí en cuenta que era una estrofa de uno de los poemas que a Edgar le agradaban de Antonio Machado, titulado “Retrato”, así que me preocupé muchísimo y le dije, tía Elisa qué sucedió por Dios, y entonces en medio de un llanto sereno me dijo, “mijo que Edgar, mi adorado Edgar acaba de morir” y entró en llanto y me colgó.

La noticia me dejó estupefacto, cómo que Edgar Artunduaga acababa de morir, si precisamente acababa de encender la radio para escuchar su emisora y escucharlo a él, cómo que el hombre vital, alegre, brillante, jovial, fuerte, nos había dejado sin avisar, esa noticia me dejó realmente triste y atónito, pero así es la vida; mi padre que en paz descanse decía, es que lo único que necesita uno para morirse es estar vivo.

Le marqué a la tía Elisa pero no me contestó y enseguida siguieron al aire por Huila Stereo Noticias dando la información acerca de su lamentable partida.

Así me enteré del fallecimiento esta mañana de Edgar Artunduaga Sánchez, el maestro, el escritor, el periodista, el político, el controvertido columnista, el poeta y el amigo.

Una persona que marcó huella imborrable en mi vida pues me abrió las puertas del ingreso a los medios de comunicación nombrándome gerente de Huila Stereo en Neiva, me orientó para ser columnista de prensa y me ofreció su amistad, la cual valoré siempre y de la cual jamás me solté, pues, aunque en algunos temas o apreciaciones no coincidíamos, siempre fue respetuoso de mis pensamientos y artículos, aunque en varias ocasiones me expresara sus diferencias con lo que yo exponía, en su sinceridad, sarcasmo y fino humor, propios de él.

Paz en su tumba Edgar, que Dios lo reciba en su Santo Reino y le permita gozar de la tranquilidad eterna. Jamás lo olvidaremos porque dejó sello imborrable en nuestra mente y en nuestro corazón.

Por: Hugo Fernando Cabrera – hfco72@gmail.com
Twitter: @Hufercao04

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