La rapiña electoral

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Comienza la recta final de las campañas electorales en lo referente a los comicios del próximo 27 de octubre, tiempo corto en el que los equipos de los diferentes candidatos se lanzan con toda a conquistar votos a costa de lo que sea, prometiendo puentes donde no hay ríos, entregando mercados a diestra y siniestra, regalando uniformes deportivos, tejas de zinc, bultos de cemento y dinero por montones; no importa lo costosa que salga la brigada, lo importante es asegurar el triunfo electoral. Qué práctica tan sucia y tan ruin, pero así es la cosa.

Pero no solamente algunos políticos han asumido tal función, también lo han hecho muchos ciudadanos del común, no todos, quienes ven en esta fiesta democrática una subienda de dádivas y de favores obligados para poder otorgar el voto.

A muchos ciudadanos no les importan las propuestas, la hoja de vida, las buenas intenciones, la preparación académica y la probidad moral, lo que realmente los mueve o motiva es el cash, el pago, la prebenda, la untadita, o cualquier otra forma de pago por la voluntad, la conciencia y el voto.

Es muy complejo para un candidato a gobernación, alcaldía de cualquier municipio, asamblea o concejo, hacer una campaña sin los recursos necesarios, porque se convierte en una tortura la presión diaria de quienes se hacen llamar líderes, pidiendo auxilio económico a cambio de fidelizar el apoyo y afianzar el apoyo. Muchos de estos aceleran ante la engrasada, pero se frenan cuando dicen que hace falta más grasita para que la rueda gire y comienzan a hacerle coquitos a otro candidato, de allí que pasen de sede en sede y de campaña en campaña poniendo la totuma para ver en dónde cae la marmajita.

Así las cosas, es muy complicado el éxito electoral para muchos candidatos serios y honestos que tienen claro que quien “paga para llegar, llega a robar”, o que aquel político que invierte grandes sumas de dinero en una campaña política no es un político, en realidad es un empresario y como empresario que es, buscará los medios para recuperar su inversión y sacar la mayor utilidad posible de ella; hecho que es absolutamente cierto y válido.

El escritor y político Julio Anguita, expresó la siguiente frase: “Quien vota a los corruptos los legitima, los justifica y es tan responsable como ellos.”

Amparado en esta expresión, que es una realidad, quiero significar que la ciudadanía es en gran parte responsable de la elección de las personas que nos dirigen o gobiernan, para el caso de gobernación y alcaldía; o nos representan, en el caso de asamblea o concejo; pues los corruptos no se eligen a sí mismos, necesitan obligatoriamente del apoyo del electorado para poder llegar a los cargos públicos o de poder.

Cierro con la siguiente frase del Papa Francisco: “Un cambio en las estructuras sin generar nuevas convicciones y actitudes dará lugar a que esas mismas estructuras tarde o temprano se vuelvan corruptas, pesadas e ineficaces.”

Por: Hugo Fernando Cabrera – hfco72@gmail.com
Twitter: @Hufercao04

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