La paz, es la ruta

1145 views
4 mins read

La base esencial para construir la paz, debe fundamentarse en el respeto mutuo entre personas, sin importar su origen, edad, sexo, raza, religión o color político, que debe entenderse como lo ineludible en las diferentes actividades sociales, gremiales, empresariales, educativas, culturales y políticas ejercidas por el ser humano, en medio de sus disímiles formas de pensar, actuar y decidir, que indispensablemente necesitan un alto nivel de tolerancia y comprensión, para el logro de propósitos comunes y posibles.

El salto de la guerra a la paz significará un numeroso ahorro en vidas humanas y una buena cantidad de billones de pesos por año, sin sacar de las filas ni a un solo soldado o policía. Recursos que deben ser destinados por el gobierno nacional para el desarrollo rural, educación y salud, posterior al conflicto.

La paz debe ser el radiante amanecer para niños y mujeres, para que jamás vuelvan a transitar por el tortuoso camino de la guerra que los convierte en simples corderos en medio de lobos hambrientos, donde los niños y adolescentes en su mayoría son reclutados a la fuerza para convertirlos en carne de cañón, las niñas y mujeres adultas, violadas y explotadas sexualmente.

Lograr la reconciliación nacional al finalizar el conflicto armado no es tarea fácil, en razón al cúmulo de rencores que se esconde en el alma de muchos colombianos, más los intereses mezquinos de quienes se lucran política y económicamente de la guerra. Y no podemos desconocer que para los colombianos nos es difícil creer en la paz, por ser hijos de la violencia.

El fin del conflicto armado no significará la consolidación total de la paz para nuestro país, pero sí enuncia el gran paso a la reconciliación nacional y la posibilidad de construir caminos que nos guíen al crecimiento social y económico con equidad, en el área urbana y rural.

Los efectos de una paz sostenible y duradera, se tendrán que reflejar en reformas de fondo en nuestro modelo político y económico, que pongan fin a la pobreza absoluta, la corrupción y el narcotráfico, para que al lograr poner fin al conflicto armado interno, el éxodo no sea del campo a las ciudades, para aumentar los cordones de miseria, sino de las ciudades hacia los verdes campos, mediante una reforma agraria integral acompañada de proyectos productivos, con asistencia técnica y administrativa, que permita a estos ser rentables mediante la implementación de tecnologías agroindustriales, para la competitividad interna y externa.

La reconciliación nacional más allá de ser una política del gobierno nacional, debe ser un compromiso de toda nuestra sociedad, para nuestro propio bienestar y como una gran responsabilidad con las nuevas generaciones, para que estas puedan vivir sin miedo, se acuesten y se levanten liberados de la zozobra que causan los violentos contra los más débiles. Para que los hijos entierren a sus padres y no los padres a sus hijos, en contravía de la ley natural de la vida.

Por: Miguel Rodríguez Hortúa

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

Ir al contenido