El titulo recoge uno de esos aforismos que suelen emplearse para construir frases que parecen profundas a pesar de que no explican suficientemente su significado, de tal forma que sea inteligible para cualquier mortal.
El inquieto se pregunta en qué radica su sabiduría, si aparentemente ella no tiene conciencia, carece de cerebro o de un instrumento que concentre conocimientos; a pesar de la falta de respuestas por donde se le mire ella, ha ido organizando y evolucionando para adaptarse, la tierra y el mundo de hoy no son exactamente iguales al de hace un millón de años y tampoco lo será el del próximo millón, si es que para esa época aún existe.
Una anotación de cientos posibles: la selva tropical tan característica de extensas zonas del sur del país, es el hogar de innumerables seres vivos, tanto vegetales como animales, que pueden representar según expertos algo más del 50% de las especies que ocupan el planeta, de tal magnitud es su riqueza y su importancia, de un valor incalculable sobre el que estamos sentados y que diariamente se va reduciendo por efecto de diferentes formas de explotación, que no se controlan y que incluso son patrocinadas por el Estado, mediante licencias o concesiones para extracción minera o maderera.
Infortunadamente, una vez el suelo queda al descubierto por efecto de tala o quema o acción mecánica, difícilmente se recupera porque en la superficie se va formando una costra compacta que actúa como un blindaje en la que no vuelve a brotar vegetación alguna y si se logra sembrar algún cultivo, el terreno rápidamente pierde sus nutrientes; que paradoja, tanta riqueza en la superficie con los seres que la habitan en un suelo tan pobre.
Así como el cosmos se comporta siguiendo sus propias leyes, ocurre algo similar con las sociedades, ellas han cambiado para dar paso a nuevas realidades que regularmente mueven a la humanidad hacia adelante aunque también puede involucionar temporalmente.
Las naciones de bienestar que se afianzaron una vez el capital industrial se tomo y configuró los Estados modernos, se han ido diluyendo con la preeminencia del capital financiero parasitario que succiona la riqueza de los pueblos trabajadores y aunque hace más ricos a unos pocos también amplia el espectro de sus enemigos, de tal suerte que sus usufructuarios van perdiendo el control que ejercen sobre sus dominados, de alguna manera el Brexit es un ejemplo, y vendrán otros.
Igual ocurrirá en una Colombia sin la talanquera de la violencia, los cambios se aproximan y debemos estar atentos.
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Por: Libardo Gómez Sánchez – libardogomez@gmail.com