Todas nuestras relaciones sociales, interpersonales, empresariales y de cualquier tipo, se fundamentan en la confianza, cuando está existe nos sentimos seguros y tranquilos para emprender desde una relación personal hasta una de negocios, por el contrario, cuando se pierde la confianza, en la mayoría de los casos, se termina la relación, o en el mejor de estos, cuesta mucho volver a construirla.
Como empresario he visto cómo se destruyen capitales, grandes empresas y familias por la ruptura y pérdida de la confianza de sus socios o miembros. El principal problema para la generación de empresa, no son los impuestos y todas las trabas estatales a las que ya estamos acostumbrados, no son los aspectos laborales y las peticiones de los trabajadores, no es la falta de mercado.
El principal problema, es que no se logra generar confianza, inicialmente entre socios, pues casi siempre, el otro piensa que le iría mejor solo que en sociedad, considera más sus proyectos individuales y no conjuntos, que seguramente darían mayor solidez al proyecto y posteriormente, en la misma organización, pues los dueños desconfían de sus trabajadores y estos a su vez creen que la empresa quiere explotarlos.
Si hablamos de nuestra sociedad y Nación, el problema es mayor, nadie cree en la política, no existe ninguna confianza en las instituciones, todos creen que si alguien entró a la política es porque quiere llegar a robar, y eso nos tiene, sino destruidos, completamente frenados en nuestro desarrollo.
¿Con qué motivación presentó una denuncia, si ya intuyo que no va a pasar nada? o que van a comprar al juez y hasta terminó en problemas por denunciar, ¿con qué interés inició un proyecto empresarial, si creo que el funcionario de turno me va a pedir dinero por darme el permiso para funcionar? O hasta ¿»me van a expropiar para dárselo a las Farc»?
Si no superamos esa crisis de confianza no tendremos futuro como sociedad, recientes estudios mostraron como en los países escandinavos, la confianza del ciudadano frente a sus congéneres tiene niveles superiores al 80%, mientras que, esas mismas cifras en países en desarrollo no llegan al 40%, mejor dicho, un noruego cree, casi plenamente, en su vecino para iniciar un negocio, mientras que un colombiano lo considerara altamente riesgoso.
Siempre creemos que somos los mejores, los más honestos, pero no es lo que pensamos de nuestro vecino, del que, si está progresando, seguramente diremos, ¿quién sabe de dónde está sacando el dinero?
Tenemos que generar y ofrecer confianza, entre más nos demoremos en hacerlo más tardará nuestro desarrollo, Neiva ya dio un primer paso y confió en un nuevo proyecto político, dependerá de nuestro alcalde Lara y su administración, fortalecer esa confianza y seguir en el camino de desarrollo, ¡ya iniciamos el camino y no podemos devolvernos!
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Por: Diego Muñoz Marroquín