El título de esta pieza teatral de los años setenta que con éxito interpretó el teatro Libre de Bogotá, creación del dramaturgo Esteban Navajas, premio casa de las Américas y que de manera magistral recrea las contradicciones entre el terrateniente y los campesinos sin tierra, sintetiza de alguna manera el viacrucis que afrontan por estos días los productores de arroz del país.
Luego de un valeroso paro que adelantaron los productores en todas las zonas arroceras de la nación, acosados por la ostensible baja del precio del arroz paddy que estableció el oligopolio de molinos arroceros y que los ha puesto a pérdidas estimadas en millón, millón quinientos por hectárea dependiendo de la zona o modalidad de siembra que define los costos de producción, el gobierno en negociaciones que se realizaron en los diferentes frentes, acordó un alivio a la comercialización entre otros puntos, para lo cual se comprometió a expedir una resolución que distribuya entre los agricultores ayudas por 22.000 millones de pesos.
El acuerdo firmado el 11 de marzo ha venido siendo objeto de dilación por parte del gobierno que tan solo el 9 de abril, casi un mes después de la negociación publicó la resolución y hasta el viernes 25 de abril expidió el instructivo técnico para su aplicación, a una velocidad que no se compadece de la angustia de los productores.
La demora por supuesto, le permite al ministerio dejar por fuera de los beneficios a todos los productores que recogieron cosecha hasta el 8 de abril, un montón. Adicionalmente con las condiciones impuestas en el instructivo para acceder a la ayuda, muy pocos podrán hacerlo, especialmente los pequeños que regularmente no tienen modo de realizar todas las diligencias que exige su trámite.
Paradójicamente los más afectados serán los que el ministerio dice querer mucho.
El instructivo demanda probar que se sembró arroz en el 2023 y 2024, a pesar de que muchas circunstancias podrían hacer improbable esa condición como cambio de cultivo, inundaciones como en la mojana, imposibilidad de encontrar tierra en arriendo o dificultades para sembrar, entre otras.
Adicionalmente, exige paz y salvo del pago de la cuota de fomento como si ésta no se descontara automáticamente a la hora de venderle al molino. Y para acrecentar las dificultades requiere otro paz y salvo del uso del agua que puede demorarse en su expedición hasta un mes dependiendo de la diligencia de la corporación autónoma que lo expida.
El instructivo establece un cronograma de requisitos que corresponde al ministerio y al operador adelantar que dura 4 semanas en el que se incluye una priorización de productores sin conocer sus criterios, trámites que únicamente pueden adelantarse hasta el 30 de junio, so pena de quedar por fuera.
La cereza del pastel radica en que a la fecha que redactamos estas líneas 1 de mayo, el ministerio aún no ha definido el operador quien recibe documentación y realiza el pago, es decir, que aun disponiendo de todos los papeles que demandan no hay a quien presentarlos. El tiempo transcurre y el ministerio como si nada pasara.
O se trata de la mayor ineptitud posible o de la más perversa de las intenciones para birlar a los productores el alivio prometido por el gobierno Petro.
Y todavía falta por verse qué precio manejarán los molinos en el segundo semestre.
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Por: Libardo Gómez Sánchez – libardogomez@gmail.com
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