Nos llega una divertida historia familiar, al calor de unos buenos Doble Anís, doble en todo…
Doña Nury y sus hijos siempre quieren más…
Cada vez que llegan de la capital colombiana a la ciudad de Neiva, los tres hijos de doña Nury, hay felicidad en la casa, en la cuadra y en el barrio. O que digan lo contrario los vecinos que escuchan la buena música hasta tarde la noche, en época de fin de año.
Y por supuesto, los buenos tragos de Doble Anís, no pueden faltar. Es diciembre, hay colores, hay alegría, hay música y mucha felicidad. Hay sonrisas, hay abrazos con los vecinos y uno que otro platico de Noche Buena, se cruzan por las rejas de cada casa, haciendo el ambiente más cálido del año.
Los tres hijos de doña Nury llegan con sus esposas e hijos, y una vez se sientan en el jardín de su casa, comparten sus fríos y anhelados tragos de Doble Anís. No necesitan salir de casa, ni estar en rumbas ni discotecas, ellos solo quieren estar en familia, en el hogar, pero siempre y cuando haya mucho Doble Anís.
Y es tanta la cantidad que se consume por el reencuentro familiar, que pierden la cuenta de cuántas llevan, al punto de que doña Nury, guarda una que otra mediecita, para el 31 o para hacer un ponqué, en honor a sus hijos.
Pero llega la medianoche o la madrugada y ¡el trago se acabó! Como no hay donde comprar cerca, recurren al viejo estanco de la mamá: Doña Nury les ofrece venderles una media, tan solo una media que ‘ella tiene reservada desde hace unos meses’, pero con la única condición de que se la tienen que pagar para ella reponerla, porque es para una ocasión especial.
Y así, le compran una y otra y otra media de aguardiente a su mamá, de las mismas que hace un par de horas habían traído del supermercado más cercano.
Ella siempre feliz con sus ganancias, ignora que sus hijos que ya le conocen el ‘negocito’, solo se la pagan más cara, para que tenga unos ahorros…
