Francisco: el Papa

465 views
3 mins read

Estamos a menos de un mes de la visita a Colombia de su santidad el Papa Francisco. El sumo pontífice es sin lugar a dudas un hombre de un carisma excepcional, que ocupa el primer puesto en el mundo, sí de popularidad se trata e influencia al interior del mundo religioso. La visita apostólica a Colombia de su santidad el Papa, se realizará los días: 6, 7, 8. 9, 10 y 11 de septiembre del presente año, visitando las ciudades de Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena.

La expectativa por la llegada a Colombia del máximo jerarca de la iglesia católica es muy grande. Son muchos los que quisiéramos tener asiento cerca a Francisco para darle la mano y poder expresarle al menos una palabra, escuchar una respuesta, incluso recibir su bendición. Más no es unánime la alegría y entusiasmo. Hay unos sectores que aunque minoritarios, han levantado su voz de protesta, no tanto por su presencia en suelo colombiano, sino por lo que seguramente manifestará en favor de la paz, en contra de la desigualdad social y de la corrupción.

Seguramente Francisco siente asco por el pastor que se hace rico con la fe de su pueblo, como dice Ricardo Arjona de Jesús, en su canción, “Jesús verbo no sustantivo”. Francisco también debe sentir asco por aquellos que han sido nombrados en cargos para perseguir la corrupción, y con un cristo en la mano se dedicaron a perseguir a antagonistas políticos, a promover la homofobia y el racismo, arropados con la misma cobija de quienes tienen el más alto prontuario delictivo en Colombia.

Veamos parte de lo que fue el manifiesto del Papa Francisco en su homilía de semana santa en la Basílica de San Pedro, refiriéndose a la mujer víctima de la pobreza, a los desplazados y a la corrupción: “En ellas también vemos el rostro de aquellos que sufren el desprecio por ser inmigrantes, huérfanos de tierra, de casa, de familia; el rostro de aquellos que su mirada revela soledad y abandono por tener las manos demasiado arrugadas”.

“Ellas son el rostro de mujeres, madres que lloran por ver cómo la vida de sus hijos queda sepultada bajo el peso de la corrupción, que quita derechos y rompe tantos anhelos, bajo el egoísmo cotidiano que crucifica y sepulta la esperanza de muchos, bajo la burocracia paralizante y estéril que no permite que las cosas cambien”.

Por: Miguel Rodríguez Hortúa – miguel.rh12@hotmail.com

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

Ir al contenido