El notable debilitamiento de los partidos tradicionales sumado a la deficiente ejecutoria de algunos políticos que han sido bendecidos por los votos ciudadanos han permitido que surjan nuevos nombres queriendo postularse para ocupar escaños en las corporaciones legislativas como lo son la Cámara de Representantes y el Senado de la República.
Los huilenses y el pueblo colombiano en general andan muy descontentos con los señores congresistas actuales porque legislaron en contra de los intereses del pueblo aprobando una reforma tributaria estructural, absolutamente dañina para todos, en momentos en que la corrupción alcanza niveles exorbitantes en todos los estamentos oficiales.
No podemos tapar el sol con un dedo y decir que este fenómeno solamente ha ocurrido en el gobierno Santos y tampoco que haya ocurrido solamente en el gobierno Uribe, pues si revisamos por el espejo retrovisor podemos identificar escándalos por corrupción en casi todos los mandatos de los últimos cuarenta años.
Lo preocupante es que con esa cultura corrupta que está enraizada en los colombianos y que se constituye como en una posesión demoniaca, permanece pasiva mientras no se ocupa un cargo público o de elección popular y se despierta activamente cuando se llega, alterando profusamente el comportamiento legal, adoptando un proceder corrompido que atenta en contra de los intereses del estado y el bienestar de toda la comunidad.
Por el afán de intentar cambiar un poco la historia de putrefacción política o por la codicia de querer enriquecerse a costa del erario, como lo han hecho y lo están haciendo tantos personajes públicos que conocemos todos, saltan a la arena una cantidad interesante de personajes que aspiran llegar a manejar los destinos de nuestra nación a partir de proyectos de ley y reformas legislativas.
La verdad es que no es fácil ser consistentes entre el discurso límpido y transparente, y la ejecutoria retórica, demagógica y tramposa; eso lo vemos de cerca y es una experiencia cierta, de todas maneras si debemos ver la manera de renovar el congreso de manera atinada para no seguir equivocándonos.
En el ejecutivo sucede absolutamente lo mismo, porque caras vemos y corazones no sabemos, discursos con arandelas escuchamos en campaña y ejecutorias turbias y putrefactas recibimos en el gobierno; ese es el pan nuestro de cada día y es la razón fundamental por la cual aparecen nuevos nombres, novedosas propuestas y variadas iniciativas.
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Por: René Cantillo Álvarez – renedcantillo1@hotmail.com