El candidato ideal

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Por todas partes de nuestra geografía departamental se mueven candidatos y candidatas a Cámara y Senado buscando a líderes y personas del común, tratando sumar votos para conquistar o refrendar su credencial en la alta corporación legislativa. Abrazos, besos, discursos y promesas individuales y colectivas, son plato de cada día. Convencer es una tarea difícil en razón al engaño repetido al que han sido sometidos hombres y mujeres durante muchos años.

Nuestra sociedad sin importar sí es rural o urbana cada día evoluciona, difícilmente cae o se deja atrapar en la telaraña del engaño. En las próximas elecciones legislativas de marzo del próximo año, seguramente más del 50% se abstendrá de votar, pues ante los estruendosos escándalos por corrupción, que saltan a diario en la mayoría de las instituciones, están creando un clima de total desconfianza por parte de electores potenciales.

Ante la desconfianza colectiva de cara a las instituciones y candidatos surge la oportunidad para que nuevas figuras salten a la arena política, que coparán espacios hoy del tradicionalismo político, y que bien, qué nuevas figuras reemplacen a quienes durante muchos años se han burlado de sus electores. Pero ojo, que la gente en el afán de pasarle cuenta de cobro a los mismos de siempre, termine eligiendo a otros aún peores.

Por ser el fundador regional e integrante de la dirección nacional de un partido político, protagonista en los primeros lugares en Colombia, seguidamente se me acercan posibles candidatos a manifestar su deseo de hacer parte de nuestras listas de Cámara y Senado, a quienes debo escuchar y analizar su perfil, hacer mi modesto análisis, para luego ayudar a la toma de decisiones que se harán en equipo con nuestros diputados, concejales, ediles, miembros del ejecutivo departamental y luego en dirección nacional.

Un país como el nuestro en donde la ética, los principios y los valores han sido pisoteados por los llamados a defenderlos; no participar, no votar se termina convirtiéndose en cómplice de quienes pretenden con mentiras y dinero permear la conciencia de personas buenas que entregan su voto a cambio de falsos encantos o de irrisorias limosnas.

El candidato ideal sea hombre o mujer sin importar sexo, raza, estrato social o edad, debe haberse hecho por sí mismo: un empresario exitoso, un valor que lo diferencie del resto de adversarios, una amplia trayectoria liderando causas sociales, no desde los cargos públicos, sino desde sus propias iniciativas.

Por: Miguel Rodríguez Hortúa – miguel.rh12@hotmail.com

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