Colombia eclipsada

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Desde mi época de adolescente, he dedicado gran parte de mi tiempo a la lectura y a la investigación, en especial en lo que concierne al desarrollo de la ciencia y la tecnología, la sociología, la empresa y la política.

Creo ser mejor como técnico, que como político. Para un político de profesión le es muy fácil decir toda clase de mentiras, a sabiendas que son muy pocos los que lo van a pillar, máxime sí el escenario está integrado por mayorías humildes, que es su presa fácil para el engaño. A los técnicos nos es imposible afirmar que 6 x 8 es 42, en vez de 48. Y esa sinceridad nos pone en desventaja frente a los profesionales de la mentira que abundan por todas partes, en épocas de campañas electorales.

Desde hace dos décadas he seguido de cerca el accionar político empezando desde procesos a alcaldías, gobernación, concejos, asambleas, cámara, senado y presidencia de la república. Son miles los comentarios e historias que han pasado a través de mis oídos en donde personajes muy cercanos a la telaraña del poder, cuentan con detalles, como esas mafias de la política negocian cargos, contratos y concesiones de toda índole. Lo insólito es que todos se arropan con la misma cobija, desde el pequeño hasta el más grande. Haciendo algunas excepciones en cada uno de estos escenarios.

Comentarios que pequeños, medianos y altos funcionarios del ejecutivo, y legislativo, buscan altas sumas de dinero para pagar sus condenas en efectivo, para que sus procesos les sean archivados o desaparecidos, para quedar “limpios” y continuar aspirando a cargos públicos, ser elegidos popularmente; ha sido el plato diario. Los pocos funcionarios que se niegan a los actos de corruptela del bando, permanecen en silencio para no perder su empleo e incluso poner en riesgo su vida o la de sus propios familiares. Difícilmente denuncian porque temen que quien les reciba la información, haga parte del cartel.

De no ser por los Estados Unidos no se hubiera destapado el escándalo de Odebrecht, aún tendríamos a Luis Gustavo Moreno como fiscal nacional anticorrupción y seguiríamos convencidos que los tres ex magistrados eran hombres probos, ejemplo de honradez para nuestras nuevas generaciones.

Además de la intervención gringa que le quitó la máscara a los intocables, se escuchan voces al más alto nivel internacional, que aconsejan penas ejemplares para los corruptos y criminales de diferentes pelambres.

Por: Miguel Rodríguez Hortúa – miguel.rh12@hotmail.com

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