Medio siglo tardó el Ejército de Liberación Nacional ELN para tomar la decisión de sentarse a dialogar con verdaderas intenciones de firmar la paz con el gobierno Colombiano. Los otros intentos que recordamos fueron mediciones de temperatura y de ambiente propicio, pero nunca antes estuvieron tan adecuadas las condiciones como para avanzar de manera cierta y probable como en estos momentos.
El origen de este grupo insurgente armado se da gracias al apoyo del Gobierno Cubano de Fidel Castro Ruz a comienzos de la década de los sesenta. De estos inicios está aún en la memoria de los colombianos el recuerdo del padre Camilo Torres, quien fuera capellán de la Universidad Nacional de Colombia y se uniera a esta organización guerrillera perdiendo la vida en un combate con el Ejército en Patio Cemento Santander en el año de 1966.
Luego de recibir certeros golpes militares, el ELN casi a punto de extinguirse es revivido por el sacerdote español Manuel Pérez Martínez, conocido como el Cura Pérez o Comandante Poliarco, quien le devuelve su capacidad combativa.
En el gobierno del Belisario Betancur de 1982 a 1986 se hacen intentos por avanzar en unos diálogos que permitan firmar una tregua definitiva con el Ejército de Liberación Nacional, pero se fracasa en el propósito y se continúa con el conflicto armado. Posteriormente en el gobierno de Ernesto Samper también se exploran acercamientos que por poco concluyen con éxito pero finalmente se frustran, así como sucede en el mandato de Andrés Pastrana Arango.
En el gobierno de Álvaro Uribe Vélez nuevamente es duramente golpeado militarmente este grupo guerrillero gracias al fortalecimiento armado del ejército colombiano, pero no es neutralizado totalmente por lo que continúa con su accionar bajo el mando de Nicolás Rodríguez Bautista alias Gabino, quien hasta hoy es el comandante y jefe de esa agrupación guerrillera.
Dado el proceso de paz con las FARC en la Habana, el cual lleva ya tres años desde su inicio, el ELN y el gobierno de Juan Manuel Santos comienzan acercamientos para retomar los intentos por una firma de paz y ponerle fin definitivamente al este conflicto que superó ya las cinco décadas y que lo único que ha dejado es desplazamientos, muertes y desolación de compatriotas.
Con razón o no y con argumentos o no, muchos colombianos desaprueban el inicio de este proceso, tal vez porque ya no creen que pueda darse, sienten desconfianza en el mismo o simplemente se acostumbraron a la guerra en que hemos vivido durante toda nuestra existencia y no tenerla les produce inmensa incertidumbre, pero lo cierto es que cualquier intento que se haga por lograr la paz debe ser bienvenido, aún con las críticas de la oposición de gobierno y la incredulidad de los colombianos.
De todas maneras, ojalá el gobierno actual y los grupos guerrilleros involucrados sean claros y sinceros frente a las intenciones de la consolidación de estos acuerdos, sin olvidar las sabias palabras de San Juan Pablo II que expresan lo siguiente: “Que nadie se haga ilusiones de que la simple ausencia de guerra, aun siendo tan deseada, sea sinónimo de una paz verdadera. No hay verdadera paz sino viene acompañada de equidad, verdad, justicia, y solidaridad”.
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Por: Hugo Fernando Cabrera Ochoa – hfco72@gmail.com