Asesinato de Yuliana: la aberración de un macho estrato 10

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El italiano Pier Paolo Pasolini escritor, poeta y director de cine puso a través de la película «Saló» o «120 días de Sodoma» una realidad de la Italia Fascista que se repite aún en nuestros días: la condición de ser de la clase opresora como factor determinante para disponer de la vida de quienes son considerados/as inferiores, violarlos, torturarlos y satisfacer sus más perversas fantasías sexuales, en el caso de la película; aunque en la vida real buscarán satisfacer también otros aspectos.

Ayer conversando, concluíamos como esta película del año 1975 denuncia una situación similar a la que recientemente sucedió con la niña Yuliana Samboni en la ciudad de Bogotá pero que ha venido sucediendo a lo largo de la historia y se fundamenta en la condición de clase, raza y género.

Incluso es posible ver las relaciones de poder histórico en la acción violenta realizada por Rafael Uribe contra la integridad física y psicológica de la menor.

Poder histórico logrado a través del detrimento de la vida de las mujeres y la construcción de una figura masculina hegemónica dominante que buscando preservar su jerarquía pisotea todo lo que se interpone en su camino. Digna actitud de un modelo capitalista que nos vuelve indivualistas y competitivos y en el caso de Uribe un digno hijo del patriarcado misógino, racista y absolutamente machista; una figura masculina que con su capacidad adquisitiva, su condición de hombre blanco y con poder le permite creer que puede tomar y hacer lo que quiera con aquello que no están a su altura pero que sirva para satisfacer sus deseos, sea cuales sean.

Este lamentable caso es una muestra de cómo este “niño de buena familia” concibe como un objeto a los que no son de su clase. Surge entonces una fría pregunta pero que es necesario hacer para que estas ideas tengan un poco de sentido ¿Por qué no hizo esto con una niña de su esfera social? Por la no tan simple razón de que las concibe como sus iguales y similares a diferencia de quien fue su víctima. Una niña empobrecida, indígena, desplazada de origen rural y vulnerable por su condición social.

Desde luego este caso toma relevancia por el despliegue mediático que se la ha dado pero es la realidad de millones de menores en África, Suroeste Asiático, y América Latina entre otras latitudes empobrecidas del mundo que son lugares preferidos por burgueses de Europa principalmente, para el turismo sexual. La mayor parte de estos “turistas” repiten el mismo patrón: hombres, blancos, adinerados, reconocidos en su alta esfera, alto nivel educativo y representan firmas que tienen bajo su poder vidas humanas que explotan para lograr sus intereses económicos. Sus víctimas también repiten un patrón característicos: niñas y/o adolescentes mestizas, afros e indígenas, de familias empobrecidas, desplazadas por los conflictos sociales y armados en sus países y excluidas del derecho a la educación, sin acceso a la salud, una vivienda digna y mucho menos una alimentación adecuada para su ciclo vital. Como no referenciar las Favelas en Rio de Janeiro, las playas de Cartagena, las calles de Bombay en India donde estos extranjeros llegan desde sus países de origen literalmente a comprar menores para disponer de sus vida a su antojo; igual que lo hizo Uribe Noguera que salió de su esfera en el estrato diez en Bogotá y llegó a uno de los sectores más marginados de la capital.

En relación con el caso de Yuliana podemos ver como un modelo de país construido desde la desigualdad, la negligencia del Estado con los menores al igual que los gobiernos de turno y sus instituciones son tan responsables como el mismo Rafael Uribe. Pareciera que no tiene relación alguna la pobreza que viven algunos municipios del Cauca, el despojo de tierras en Municipios como el Tambo, la presencia paramilitar en todo el departamento y la violencia sexual ejercida por hombres armados, guerreros en defensa de interese particulares con lo sucedido en Bogotá, pero la tiene y de manera directa. Hasta que el Estado no atienda las necesidades sociales del país vamos a tener más familias como la de Yuliana expuestas en las grandes urbes. Ciudades como Bogotá, Cali o Medellín que segregan a millones de personas y las empuja a vivir en los cinturones de miseria y en asentamientos donde pululan las redes de explotación sexual con niños, niñas y adolescentes.

Rafael Uribe es un hombre pertenecientes a una clase que siente asco por el país empobrecido y abandonado, un país que no conoce y no le interesa conocer; un hombre que busca saciar sus deseos patriarcales y aberrantes, haciendo lo que han hecho a lo largo de la historia las sociedades patriarcales: despojando a las mujeres de todas las edades de su dignidad, sus cuerpos y su sexualidad. Un hombre que integra la clase dirigente del país, una clase que en su forma de vernos y concebirnos no dista mucho de la que Uribe Noguera tuvo de la menor que asesinó.

Por lo anterior no es gratuito que las cadenas nacionales RCN y Caracol y gentes prestantes de la élite nacional no se hayan pronunciado de manera contundente contra Rafael Uribe. La razón es clara: son de la misma clase social que explota, oprime, persigue y asesina; se reconocen como clase y se defienden como tal, entre sí y a los suyos.

El capitalismo ha desatado desde siempre un factor de violencia contra la clase social explotada, oprimida, negra, indígena y campesina, ese factor incluye la violencia basada en género. Por lo tanto no desconozco de ninguna manera el enfoque diferencial de violencias contra las mujeres y las formas como estas particularizan a través del poder del capital patriarcal que se proyecta claramente sobre las personas en mayor situación de vulnerabilidad, sobre los cuerpos de las mujeres y las niñas. Actos de violencia perpetrados principalmente por hombres blancos, heterosexuales y con alto poder adquisitivo. Lo anterior no puede dejar de lado que el patriarcado es transversal a la sociedad y que en las clases oprimidas se replican los agresores y sus actos.

Este es el País que heredamos, direccionado por una clase que teme perder sus privilegios y que está dispuesta a desangrarlo para conservarlos. Saque usted también sus propias conclusiones y algo de tiempo para que vea la película y descubra como este director de ideología comunista logró trastocar las élites italianas y europeas.

Por: Raúl Andrés Herrera Suaza – raulherrera8312@hotmail.com
Colectivo de nuevas masculinidades del Huila por la equidad de género

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