Así transcurren estos días en Mocoa, luego de la avalancha que cobró la vida de más de 300 personas el pasado sábado 1 de abril.
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En carpas y colchonetas, mujeres, niños, hombres, organismos de socorro y el Ejército Nacional, comparten un mismo techo, una misma comida, y poco a poco van sobreviviendo a esta tragedia.
De todas partes del país han llegado ayudas, alimentos, medicamentos, enceres y toda clase de aportes que hoy, como colombianos, comparten, para poder soportar la tragedia de haberlo perdido todo, pero la más grande, la que aún no se logra superar, es la pérdida de sus familiares.
Niños y adultos hacen fila para esperar un almuerzo, un refrigerio; soldados los acompañan y se forman en una sola gran familia, donde todos quieren ayudar.
Aquí no hay cansancio, cada día es una oportunidad para vivir y para salir adelante.
