Vives: ‘Si tengo que hacer lobby en el congreso lo haré’

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El artista samario Carlos Vives, quien lidera la iniciativa ´Tras la Perla de América´, aseguró que Santa Marta atraviesa por un momento crucial en su historia, por lo que hizo un llamado al Gobierno Nacional, y a todos los sectores, para que no desistan de sus intenciones para la ejecución de los Juegos Bolivarianos.

«Esperamos tener un escenarios de última generación. Estamos de un cacho de poder empezar estas obras. Las palabras del representante de Coldeportes se prestaron para confusión, pero no creo que debamos estar así. Esperamos algunos ajustes de los diseños para tener vía libre. No debemos tardarnos mucho en la ejecución de los Juegos. Estamos cansados históricamente de tantas promesas de no ver, creo que no debe haber temor por el lado con las instituciones deportivas», explicó el artista samario.

CARLOS VIVES y Carlos ‘ El Pibe’ Valderrama esperan que el nuevo Estadio ‘Eduardo Santos’ se haga realidad.
Asimismo, el ganador dos veces del Grammy  aseguró que «sí es necesario que deba ir a la Congreso en donde se debate el presupuesto para hacer lobby por el dinero de los juegos, allá vamos a estar. Con lo que estamos haciendo vamos a estar presente y no permitiremos que se nos vayan de las manos».
Vives Si tengo que hacer lobby en el congreso lo hare 2
 
LA PESADILLA DE CARLOS VIVES
 
En desarrollo del conversatorio, Carlos Vives relató que tuvo una pesadilla con los Juegos Bolivarianos. Así se refirió al tema en los siguientes términos:
 
´Anoche tuve un sueño, soñé que despertaba en nuestra casa del barrio Bavaria en Santa Marta. Esa misma que ha habíamos abandonado en el año 72 para irnos a vivir a Bogotá. Soñé que un pitirri cantaba en la copa del palo de limones que estaba en el patio, y que mi papá y mi mamá nos ponían a recoger para luego repartir en el barrio.
 
Escuchaba la voz de mi mamá que me  llamaba a desayunar, y en la radio, que estaba en la cocina, escuchaba a las Ondas del Caribe al doctor Abraham Correa presentando una canción de Benny Goodman que pensaba yo, que podía ser para los norteamericanos un Lucho Bermúdez, luego Rosa, que trabajaba en la casa y era boyacense, cambiaba la emisora y empezábamos a escuchar a Alfredo Gutiérrez su festival en Guararé.
 
La imagen eran tan real y la vivencia tan pura que no podía pensar que era un sueño. Escucho de nuevo a mi mamá diciendo: Carlos Alberto, a lavarse los dientes. Cuando iba al espejo del baño me di cuenta que no era un niño… que soy un hombre maduro y suena el teléfono de la sala.
 
Contesto y es María, la enfermera que asiste a mi papá en su lucha contra un mal de Parkinson, me dice que tenía que salir urgentemente a El Rodadero a ver que le había pasado a mi papá. Colgué el teléfono, salí corriendo, y cuando cruzaba el jardín vi a nuestro vecino, el viejo Gabriel Rubio, que estaba saliendo en su camioneta para su trabajo, le comenté mi urgencia y me dijo que me podía llevar a tomar el tren de cercanías que sale de la estación del Puerto y que une a los puntos turísticos más importantes de esta parte de la Costa, entre ellas las estaciones de Pozos Colorados y el Aeropuerto, y conecta en una aventura hasta la ciudad de Ciénaga y más allá hasta perderse en el mundo fantástico de Gabriel García Márquez y Escalona.
 
Me despedí de Gabriel y de camino en la estación me entretuve viendo a un grupo de turistas que se agolpaban para tomarse una foto al pie de la escultura de Alfredo Arango, que el Puerto había inaugurado en el aniversario del nacimiento de uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos. Esa foto me la tomé yo el día de la inauguración. Llegando a la nueva estación en el Puerto se cruza ante mis ojos un enorme camión de una compañía local, de tipo mixto, que exporta agua pura para el mundo. Era un camión moderno y grande y con una publicidad gigantesca y adivinen quién estaba en la campaña: creo que la marca era como Sierra Pura, y la publicidad la hacía El Pibe Valderrama. Y El Pibe decía: «Sierra Pura, Sierra Pura, todo bien, todo bien».
 
Luego accedo a la estación y en el vagón en el que me dirijo a El Rodadero  me encuentro con varios amigos de mi casa. Está Orlando Alarcón Montero conversando con Hernando Pacific, Beatriz Martha Dávila, el Negro Hurtado, y todos hablan de los retos que tiene la nueva junta del Teatro Santa Marta para el montaje del show de Navidad, que este año presentará al público samario y las veladas especiales para los niños de menores recursos. Los escuchaba y pensaba. Cuando yo sea grande quiero trabajar allí.
 
El tren se para en la estación de Gaira o El Rodadero, cuando se abren las puertas me sorprende una gran valla, es de la Corporación Regional de Turismo, una gran foto de unos niños que se tiran felices por El Rodadero, que después de muchos años ha sido rescatado. Esa misma campaña de promoción turística, hay otra valla ahí cerca que invita al disfrute, pero a su vez la protección del sistema coralino costero que ha estado siendo regenerado, gracias al apoyo científico, pero también con una gran campaña educativa de concientización contra la pesca con dinamita y otros sistemas depredadores de pesca.
 
Llego corriendo al apartamento de mi papá, entro a su cuarto y lo encuentro de pie con las manos en la cintura y su infaltable cojín azul y rojo, y caminando por todo el cuarto, y le pregunto por su enfermedad: ¿papi si tú tienes un Parkinson, cómo caminas así? Eche ¿cuál enfermedad? Me voy a enfermar si no llego a la inauguración del nuevo estadio Eduardo Santos. Recuerda que es el primer partido de la A, que tiene el Unión después de tantos años.
 
Y digo ¿estoy soñando?, me pongo la camiseta del Unión, se la pongo a mis hijos  y a mi esposa, y salgo corriendo con mi papá, que me lleva arrastrado, y me pregunto yo, de dónde ha sacado tanta vitalidad el viejo.
 
Y cuando le pregunto que cómo nos vamos para el estadio se ríe y no demora en aparecer ante nosotros un bus último modelo por una empresa que se llama complejo turístico de Pescaíto, canchas de alquiler, escuelas de fútbol, pescadería, etcétera. El bus se detiene y mi papá empieza a saludar a todos los que están ahí.
 
Está Boyé, Jaime Deluque, José del Carmen Arango, Fanny Paredes, el Mono Sánchez, Chimilongo Robles, Orlando Granados, Inés María, Pipico, El Pibe, Didí, Quarentinha, ¡Qué locura! El que está manejando el bus es Omar Lorenzo Devani, algo increíble. Hasta ‘Chito’, el que cuidaba la entrada a sombra numerada me saluda. También está Chela, la maestra del Pibe, qué momento tan feliz verlos a todos.
 
Y felices todos de ir a la inauguración del nuevo Estadio Eduardo Santos. El bus se desplaza paralelo al gran parque lineal del Río Manzanares, veo familias caminando, montando en bicicleta, gente conversando en las bancas, disfrutando de la sombra producido por las arboledas.
 
Al fin el bus se detiene en la zona de Bureche, las puertas se abren, todos bajamos, algo pasa en el sueño. Todo cae en un profundo silencio. Veo las caras asombradas de todo el grupo. Todos parados frente a un lote gigante vacío, no hay nadie, no hay estadio, no hay parques, no hay nada.
 
De pronto viene la gente caminando, amigos de Coldeportes, viene Andrés Botero caminando junto con el presidente Santos, y con ellos viene el alcalde Caicedo, quien viene diciéndole al presidente: «necesitamos el estadio y un cupo de 25 mil personas que son nuestros desplazados», Carlos Caicedo me mira y me hace el gesto del degollado. Todos entendemos la señal y arde Troya.
 
Nos lanzamos sobre ellos, Rosa Lacouture coge por el cuello al doctor Botero diciéndole «no nos mame más gallo con el estadio». Yo acusaba a Coldeportes de reducir el número de escenarios que necesitábamos en los Juegos Bolivarianos. El Pibe decía » yo sabía no joda que con nosotros no iban hacer nada»,  Inés María, el Didí y mis hijos lloraban. Yo amenazaba al presidente Santos: o tenemos ese estadio o yo le pido la plata a Findeter y le cambio el nombre a Alfredo Arango.
 
Andrés Botero, el presidente y toda su delegación, huyen de nosotros despavoridos, encontraron el bus de Pescaíto en el que habíamos llegado y arrancaron. Todos nos quedamos impactados, al final del sueño escuché al El Pibe que dijo: No joda, no hicieron el estadio y se llevaron el bus».

 

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