Hace 10 años, cuando llegué a Colombia, enseguida quise familiarizarme con el fútbol local. Inevitable por mi amor a Independiente de Avellaneda, querer interiorizarme sobre el diablo colombiano América de Cali, también sobre Independiente Santa Fe y por el otro Independiente de Medellín.
Así somos los argentinos, lo primero que queremos saber cuándo conocemos a una persona, sea el presidente de la nación como el obrero más humilde, de qué cuadro son hinchas y todos los detalles que podamos saber al respecto. Inevitable.
Gran decepción cuando escuchando a comentaristas deportivos, páginas oficiales respectivas y redes sociales que esconden tanto los de Bogotá como los de Medellín su glorioso nombre: “Santa Fe” se hace llamar, y “DIM”. ¡Dios mío! Qué dolor, cómo si se avergonzaran vaya uno a saber de qué.
Nosotros llevamos 118 años de existencia gloriosa mencionando nuestro sagrado y diabólico nombre: INDEPENDIENTE. Actualmente, tenemos más de 120.000 socios que pagan mensualmente membresía y colaboran activamente con el club de sus amores. Más allá de los ingresos normales por merchandising y demás ventas de souvenirs y demás ingresos por publicidades de empresas.
Volvamos al fútbol, el escarlata caleño tuvo, tiene y tendrá conquistado mi corazón por obvias razones: por su historia, por color, similitud infernal y pasado glorioso. A principios del siglo pasado, existía en la sucursal del cielo un equipo al que denominaban «Junior», club que había tenido la mala decisión de lucir los colores de Racing de Avellaneda y lo llamaban Racing Club, nada menos. Al mismo tiempo, nacía un equipo al que llamaban Independiente. Ese iba a finalizar siendo el América ¿Cómo no amar esta historia?
Le puedo sumar el pasado con los jugadores en común que tenemos generadores de festejos: el gran campeón Palomo Usuriaga y varios escalones por debajo pero muy querido también el Tigre Castillo. Argentinos como el otro Tigre, pero Gareca; el tecla Farías (autor de uno de los goles más emocionantes en Independiente de las últimas décadas en cancha de Boca cuando les ganamos gracias a él 4 a 5). Matías Pisano que le dio una gran alegría al América. Debe haber más, coincidencias como la de Falcioni, gran campeón como jugador y que fue DT de mi amado rojo 3 veces.
Mi amado Independiente de Avellaneda, el glorioso diablo rojo argentino, tiene a la vez la fortuna de ser el Rey de Copas. Y ahí aparece el Nacional paisa que intenta hacerse llamar así también acá. Más allá de que a fines de la década del ’50 se hacía llamar “Independiente Nacional”, ¿en serio con sólo 2 Copas Libertadores se hace llamar así? Nosotros tenemos 7 y no perdimos ninguna final como sí Nacional.
Ellos tienen solo 2 Interamericanas y nosotros 3. ¿Y Copa Intercontinental? Actualmente es el mundial de clubes, pero antes en Japón se jugaba contra el campeón europeo y el verdadero Rey de Copas latinoamericano la ganamos 2 veces (valga la falta de correlación adrede). Podría ahondar en más ejemplos.
Sin desmerecer a los paisas verdes, podemos llegar a decir que son príncipes de copas locales, por no decir torneos internos. Haber ganado tantos títulos menores que lo clasifican a la Libertadores y tener solo un par. Es como un hermano mayor hablándole a su hermanito 42 años menor. Y participó de la máxima competencia continental 24 veces, 4 más que mi amado diablo rojo. Muy mala estadística para sus pretensiones señores. ¡I-ni-gua-la-ble!
Resumiendo y digamos lo mismo de todas las maneras posibles: tenemos 11 copas de primer nivel: 7 Libertadores, 2 Intercontinentales y 2 Supercopas. 9 copas máximas continentales: 7 Libertadores y 2 Supercopas. Y 11 copas largas: 7 Libertadores, 2 Supercopas y 2 Sudamericanas. Cabe resaltar que ganamos 4 copas jugando únicamente en condición de visitante.
¡Fuimos por 3 décadas con estas cifras el club más copero del mundo! ¡Y ganamos 2 finales en el Maracaná convirtiéndonos en suelo brasileño en campeones continentales de visitante en esa CASI imposible plaza como muy pocos pueden decirlo!
Tuvimos una estrella, un ídolo al que amaron tanto Maradona como el Pibe Valderrama. Todo amante del buen fútbol se sorprendió si tuvo la suerte de verlo y todo joven que se permite buscar videos de él no deja de asombrarse. Desafiaba las leyes de la física. Se llamaba Ricardo Bochini y vestía la 10 en su espalda.
Máximo ídolo de la historia del club, jugó los 19 años de su carrera profesional en Independiente, ganando 8 títulos internacionales y 4 campeonatos argentinos. El jugador que más Copas Libertadores ganó en Independiente (5).
No me puedo despedir sin contarles algo que tengo la impresión que ningún club colombiano que quiera hacerse llamar Rey de Copas podrá igualar: el astronauta y declarado socio honorario de Independiente #80.400 nada menos que Neil Armstrong llevó a la Luna un banderín del club de fútbol Independiente de Avellaneda, lo cual él mismo reconoció durante una visita en Buenos Aires 1969.
¡Vida eterna al ejemplar Independiente!
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Por: Caly Monteverdi
Twitter @Calytoxxx