Podría ser la frase que más refleja el pensamiento criollo, de muchos que piensan que el poder y el dinero lo pueden todo. Para estos seres, los del “usted no sabe quién soy yo”, no vale nada la justicia ni los principios, cuando de respetar los derechos del otro se trata.
Se creen ciudadanos de primera, con derecho propio a avasallar al otro, en especial si se trata de personas humildes, con posiciones inferiores, quienes por temor a perder su puesto, e incluso su vida y la de su familia, guardan silencio ante la soberbia y la ira de unos “señores poderosos”. Esa es la herencia de una sociedad feudal y mafiosa, en la que muchos se creen con el derecho divino de pasar por encima del otro.
Qué daño le hacen a Colombia personas como estas. Quizás en casa, jamás comprendieron la importancia de respetar las normas y reglas. A lo mejor siguieron el ejemplo de sus padres y parientes, quienes maltrataban a su servidumbre en casas y haciendas.
Hace más de 150 años que se abolió la esclavitud en Colombia y se igualaron los derechos de los ciudadanos. Sin embargo, para muchos, sobre todo para personas de zonas apartadas, con escasa educación y pobre situación socioeconómica, los lazos de esclavitud y segregación aún se sienten.
En contraposición, un ciudadano civilizado, conocedor de sus deberes y derechos, respetuoso de las normas, respondería: ¿y usted quién se creé? ante el abuso de una autoridad o el hecho de ver vulnerados sus derechos por otra persona.
Mucho nos falta para superar situaciones como estas. Debemos madurar en la construcción de una sociedad justa y respetuosa. Los países desarrollados han avanzado en este aspecto, mientras que en nuestro contexto aún permanece arraigado ese espíritu mafioso y feudal, de sentirse con mayor derecho cuando se ostenta el poder ya sea político o económico. Mientras no eduquemos y crezcamos como sociedad en el respeto de los derechos, se seguirán presentando estas situaciones, en donde lo importante es que el resto del mundo entienda que el centro del universo soy yo.
Para terminar, quiero invitar este domingo 8 de marzo, a la marcha por la vida convocada por Antanas Mockus. Sin ningún tipo de tinte político, reconozco que cualquier esfuerzo por reconocer el valor de la vida es motivo suficiente para salir a marchar. Será una movilización para expresar que la vida es sagrada y que a pesar de las diferencias que podamos tener, no existe razón alguna para acallar una vida.
Los esperamos en la calle, para que alcemos nuestra voz en contra de los violentos.
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