Un Ministerio Autista

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Un buen sorbo de café en la mañana cuando el astro rey aun no asoma y la penumbra de la luna que está por terminar su giro nocturno comienza a perderse es habitualmente la primera imagen en cualquier finca en nuestras cordilleras.

El arduo trabajo que conlleva mantener el cultivo agrieta la piel de los campesinos, que renuncian a las comodidades de otras actividades con tal de llevar sin falta sus cosechas al mercado. A falta de una política estatal que ofrezca garantías, labrar la tierra en Colombia es una lotería. La angustia y la quiebra se pasean como un péndulo todos los días.

A pesar de la importancia estratégica del sector, responsable de suministrar la seguridad alimentaria y la provisión de buena parte de las materias primas para la industria, quienes deben responder por condiciones adecuadas para su prosperidad no aparecen. El ministerio encargado de velar por la suerte de los productores del campo parece navegar en la estratosfera.

Distintas organizaciones de agricultores, particularmente en café, han venido reclamando atención a la difícil situación que viven en razón a la tendencia recurrente del precio a la baja, el impacto negativo en el cultivo del prolongado verano que abanó buena parte de la producción y propició la infestación con broca, los altos costos por los incrementos en combustibles, escasez de mano de obra, precio de los insumos.  Limitaciones que ponen en riesgo la actividad.

Sin embargo, las organizaciones no obtienen respuesta efectiva, el ministerio se limita a anunciar por la prensa caricaturas de programas con recursos muy escasos que en la práctica encuentran obstáculos para llegar a los productores a los que van dirigidos, pues ha sido característica de este gobierno excluir medianos y grandes con el falaz argumento de que son todos ricos aprovechadores del presupuesto.

Como si fuera poco, aunque el gobierno dispone de todas las herramientas y el poder para definir el futuro de la Federación Nacional de Cafeteros, instrumento institucional que representa a los cafeteros, el ministerio aprovecha las quejas de los agremiados por su lamentable funcionamiento, para recabar en ello y no corregir como podría hacer, simple y llanamente porque tiene el torvo propósito de  apropiarse del manejo de los cuantiosos recursos del Fondo Nacional del Café, pues según su torcida óptica no son de los cafeteros que entregan 6 centavos de dólar por libra fruto de su trabajo, sino del pueblo.

Atadas a la FNC, funcionan 33 cooperativas de caficultores, unas en proceso de liquidación, que han permitido que opere un mecanismo de garantía de compra, el productor siempre encuentra quien compre el grano así no sea al mejor precio, desafortunadamente por orientación de la FNC a través de ellas se empleó en la administración de Roberto Vélez el mecanismo de compras a futuro, compromiso que muchos cafeteros no pudieron cumplir poniendo en riesgo sus patrimonios, el de las cooperativas y el de la Federación. Sobre este asunto el gobierno no se ha pronunciado en busca de solución.

Arreglo a las deudas que no tienen manera de atenderse dada la inexistencia de crédito de fomento para el agro, son temas que no encuentran eco a oídos del ministerio.

El cobro de un elevado impuesto predial como consecuencia de la aplicación del catastro multipropósito, una política que tuvo origen en el gobierno de Santos, es otra grave amenaza para el agro sobre la que se ha advertido al gobierno que prosigue en el uso ese régimen.

Las importaciones de café de pésima calidad para atender el desabastecido mercado interno y completar las exportaciones continúan, a pesar de la suplica para que las detenga decretando aranceles que desestimulen esta nociva práctica.

La conclusión inevitable es que, frente a la magnitud de los asuntos por resolver, la actitud del ministerio es la de la vista gorda y un manejo displicente con las organizaciones que no se matriculan incondicionalmente al lado de su presidente.

La bella imagen que nos recuerda a los abnegados trabajadores del campo podría terminar siendo solo una postal en medio del hambre y la miseria que ya prolifera en muchos rincones del país.

Por: Libardo Gómez Sánchez – libardogomez@gmail.com
Twitter: @libardogomezs

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