Mis raíces, lo digo con orgullo, son conservadoras. Mi familia ha sido cuna de liderazgos políticos que han ocupado importantes cargos de elección popular a nombre del Partido Conservador Colombiano.
Es un vínculo que me une a ese solar político por el espíritu y por la sangre. Tuve la oportunidad de acompañar como asesor al Dr. Andrés Felipe Arias en su carrera por alcanzar la Presidencia de la República. Para el gusto de muchos, uno de los mayores expositores y defensores del ideario uribista. Hoy es perseguido por el régimen. Posteriormente, tuve el honor de desempeñarme como Secretario Técnico de la Organización Nuevas Generaciones del Partido Conservador, logrando consolidar espacios de participación juvenil importantes para las aspiraciones de nuestras juventudes conservadoras. Así lo reseñó el diario El Espectador, el 17 de Octubre de 2009, en un artículo titulado “Los Rostros Juveniles de Derecha”. (http://www.elespectador.com/impreso/politica/articuloimpreso167212-los-rostros-juveniles-de-derecha ).
Desafortunadamente, me alejé de las huestes azules, del partido, no de sus principios, tras observar el abandono de las tesis conservadoras por sus actuales dirigentes en el escenario nacional y regional. Parafraseando a Churchill, “algunos cambian su partido por el bien de sus principios; otros cambian de principios por el bien de sus partidos”.
Ahora, como pre candidato a la Asamblea del Huila, y desde hace varios años, defiendo las tesis del expresidente Álvaro Uribe Vélez, porque estoy convencido que ha sido, es y será, el fiel expositor de las ideas conservadoras, estas dolorosamente abandonadas a la suerte del póker por los dirigentes azules.
Trabajé de la mano con el Dr. Óscar Iván Zuluaga en su aspiración a la Presidencia. Me siento identificado en la propuesta que presentó a los colombianos en la pasada contienda electoral. Creo firmemente en la seguridad como elemento estructural para mejorar las condiciones de vida de los huilenses. Creo, como lo dice nuestro escudo patrio, en la libertad y el orden. Un ejercicio de las libertades, a partir del orden institucional, basado en la seguridad como gran articulador de las acciones del Estado con el propósito de proteger los intereses superiores de la patria. Creo en un Estado austero, cercano a la comunidad, escuchando sus angustias, pero más importante, construyendo las soluciones de la mano con la ciudadanía. Construyendo Gobernanza. Hoy nos debemos al conservador y al uribista raso, a ese votante anónimo, a ese votante que sin más viáticos que el amor y convicción por estas ideas, contribuyen de manera definitiva a la construcción y consolidación de este proyecto político.
En el Centro Democrático confluyen varias vertientes políticas: de izquierda, de centro, de derecha. Es un partido democrático. Hoy digo con orgullo que pertenezco a la derecha. El único que considera que es un delito ser de derecha, es la extrema izquierda, y el Presidente Juan Manuel Santos. Al parecer lo mismo. Cuando tienen la oportunidad nos tildan de fascistas, retardatarios, enemigos de la paz. Yo hoy aprovecho estas líneas para reflexionar con algunas ideas del que, para mí, ha sido uno de los más grandes exponentes del pensamiento conservador en su historia, Gilberto Álzate Avendaño, ideas que fueron defendidas por Héctor Polanía, el más importante líder conservador del departamento del Huila en los últimos tiempos.
En un impecable escrito titulado “la Revolución a la Derecha”, Alzate, citando a Augusto Hernández Moreno, plantea la tesis de un tradicionalismo revolucionario. El objetivo consiste en demostrar que las derechas colombianas tienen sobrado acervo doctrinal para resolver con éxito los problemas sociales y políticos del tiempo presente. “Tradición significa transmisión. Como en todo legado, es preciso inventariar y deducir el pasivo. La tradición solo recoge substancias, constantes históricas, caracteres estables. Es la yema sin cáscaras ni cortezas”, sostenía.
Álzate hacía un llamado a volcar los ojos a los principios de la democracia cristiana o catolicismo social, defendiendo un ajuste del sistema económico, donde “nadie pueda cebarse del sudor ajeno, ni meterse en su caudal como en plaza fuerte, tutelar el trabajo en su lucha desigual, planificar la intervención progresivamente intensa del Estado y plantear el debate ante el pueblo”. La teoría del bien común de Santo Tomás establece el dominio de los bienes necesarios y la simple gerencia de los superfluos, sujetos a una servidumbre social. Según las encíclicas, en su lucha económica desigual los obreros deben ser tutelados por el Estado. El pensamiento cristiano exalta la dignidad de la persona humana y reconoce que el trabajo “no es una mercancía, sino algo que suda, que padece y que piensa”.
El Centro Democrático representa una ideología revolucionaria, representando de manera más exacta los problemas sociales y sus posibles soluciones. Es imperativo llevarlos a la práctica. Que el verbo se haga carne. Las clases más vulnerables demandan realidades, hechos, y no más cataplasmas verbales. No podemos pasar a la historia en un ataúd de buenas intenciones, como afirmaba Maritain. Es así como me considero un tradicionalista revolucionario. Partiendo de unos principios perdurables, voy en búsqueda de un nuevo orden social dentro de la comunidad departamental.
—
Por: Juan Pablo Tovar O. – juanpato84@gmail.com – @JuanPTovar