La verdad sea dicha, ningún municipio en Colombia está preparado para una catástrofe natural, sea por terremoto, avalancha o lo que sea, siempre nos toma por sorpresa este tipo de sucesos y la reacción generalmente, por no decir siempre, es tardía.
No quiero volverme ave de mal agüero, ni profetizar acontecimientos que no deseamos, pero la realidad es que no tenemos un plan de contingencia y de reacción de emergencias realmente calificado para atender una situación de gravedad como alguna de las mencionadas, es decir que solamente actuaríamos y revisaríamos los planes en el momento en que se necesite echar mano a estos.
Hace pocos días sentimos un sacudón producido por un sismo de mediana intensidad que provocó pánico en la población y trajo a la mente de los que ya vivían en aquella época, el terrible terremoto del sesenta y siete, el cual alcanzó una intensidad de 7,2 grados en la escala de Richter y dejó más de un centenar de muertos y cerca de doscientos mil heridos.
Este temblor de tierra fue denominado como el Macrosismo del Huila ya que se sintió desde Caracas hasta Iquitos en el Perú y desde Buenaventura en el Pacífico hasta Mitú en los límites con Brasil. Fue registrado en las 500 o más estaciones sismológicas que funcionaban en ese momento en el planeta.
En este mes, exactamente cincuenta años después, se percibió el movimiento que todos experimentamos y que nos pone en alerta frente a la posibilidad de que se repita, pues la actividad sísmica se ha activado de manera palpable.
Hoy la tragedia tocó a nuestro hermano municipio de Campoalegre, a raíz de la terrible avalancha que todos pudimos observar gracias a la cantidad inmensa de videos que en segundos se volvieron virales pues viajaron a la velocidad de la luz a través de todos los equipos de comunicación digital que poseemos en la actualidad.
Esta localidad que es de gran producción agropecuaria, de gente buena, amable, trabajadora, alegre y próspera, ha sido duramente golpeada por la fuerza de la naturaleza, por tanto es preciso que demostremos al unísono nuestras voces de solidaridad y apoyo, pensando en que en cualquier momento podemos ser nosotros y consientes de la escasa previsión, ser fraternos y generosos.
Muchas personas han comenzado a liderar cruzadas de recolección de ayudas para los damnificados, revisemos bien por medio de qué entidad, institución o individuo, podemos canalizar los auxilios con los cuales queramos contribuir, recordemos que ante estas calamidades es importante donar frazadas, ropa en buen estado, agua potable, alimentos no perecederos, elementos de primeros auxilios y otros que determinen la Cruz Roja, la Defensa Civil, la Dirección de Gestión de Riesgo u otros organismos similares.
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Por: Hugo Fernando Cabrera Ochoa – hfco72@gmail.com
Twitter: @Hufercao04