En estos días el exrector de la Universidad Nacional, Moisés Wasserman, tituló su última columna de opinión para el periódico el Tiempo: “El temor a la gente demasiado buena” en la que con habilidad llega a la conclusión de que: “ese sentimiento de superioridad moral está en la psicología de los individuos que han producido los peores males” causa al menos curiosidad el que por ningún lado figure alguno de los líderes de las naciones imperialistas del último siglo como por ejemplo, Busch hijo que amparado en una supuesta lucha contra el terrorismo destruyó a Irak o al mismo Obama y sus congéneres de Europa que derrocaron las dirigencias en Libia, Egipto, Siria y Túnez aupando a sectores sociales que terminaron confluyendo en el denominado Estado Islámico o Isis, y que ha dado lugar a un caos absoluto en esas naciones que contribuyen con miles de inmigrantes en las fronteras de Europa, groseras intervenciones hechas arguyendo su amor por la democracia y el progreso, tal vez le faltó espacio al académico para incluir a estas “buenas gentes”.
Sin embargo, su reflexión cabe para evaluar la conducta de los fanáticos del neoliberalismo que han gobernado a Colombia desde finales de la década de los ochenta, en el que sin lugar a dudas Santos ocupa lugar de privilegio acompañado muy cerca de hombres como su ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas, quienes aparentando gran preocupación por la suerte de los colombianos empujaron la fase de los Tratados de Libre Comercio y ahora a pesar de los descalabros evidentes de sus ejecutorias avanzan en la siguiente fase del recetario librecambista pretendiendo amarrar a la Nación a los dictados de la OCDE, un club de naciones ricas que admiten a pobres como nosotros para imponer normas y condiciones que faciliten aún más la exacción de pueblos inermes.
La progresiva des financiación de la educación superior que tiene suspendido el semestre académico en la Universidad del Tolima tiene que ver con sus recomendaciones que eliminan el término “déficit” en razón al criterio de búsqueda de recursos propios ajenos a la financiación estatal; objetan el salario mínimo como un supuesto obstáculo para la formación de empleo y al tiempo promueven la tercerización como un mecanismo para atraer la inversión extranjera, es decir menos garantías para los trabajadores y mayores para el gran capital y así “esas gentes buenas” pretenden que los asalariados y desempleados no salgan a las calles a reclamar.
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Por: Libardo Gómez Sánchez – libardogomez@gmail.com