Cuando nos referimos a la libertad de expresión en términos generales, lo consideramos como la posibilidad de todos los individuos de manifestar su opinión sobre cualquier tema sin que sea objeto de la estigmatización o la censura por parte de la sociedad; sin embargo, un repaso a la historia de la humanidad y a su evolución nos conduce a una concepción más amplia que involucra otros aspectos que en conjunto posibilitan verdaderamente aproximarnos a un concepto de libre albedrío.
Organizaciones internacionales como la UNESCO contemplan en sus normas y en la Declaración de los Derechos Humanos de 1948, como un derecho fundamental que se incluyó en el artículo 19, previo a esto a la aparición de la imprenta por ejemplo, resulta difícil establecer los alcances de este derecho por las dificultades materiales para transmitir a otros las ideas, había al menos limitaciones de espacio y de lenguaje.
Cuando aparecen los textos escritos y su reproducción se desarrolla un instrumento para difundir en la sociedad los diferentes puntos de vista y pensamientos y más recientemente con el vertiginoso desarrollo de los medios electrónicos y la internet se amplía el espectro de los individuos a los cuales se puede acceder con opiniones sobre diferentes temas, se rompen los límites geográficos y de tiempo, pero para que ciertamente exista un ambiente en donde la libertad sea plena, se requiere al menos que los miembros de la sociedad tengan acceso a educación de calidad, que su formación incluya la posibilidad de conocer otras lenguas o su interpretación, que se tenga acceso universal a información y al conocimiento sin restricciones y por supuesto que expresarse no implique riesgos en la integridad y la vida o retaliaciones de tipo económico o social.
La libertad de expresión hoy día está referida especialmente a la posibilidad de evitar el control de los medios por parte de los conglomerados económicos que los utilizan sutilmente para direccionar a la opinión pública, en favor de sus negocios y del concepto de sociedad que les conviene afianzar para el normal funcionamiento de sus actividades; contrarrestar la publicidad que presenta la explotación de los recursos naturales como algo necesario para el desarrollo no resulta fácil para quienes estimamos que no solo el criterio de la rentabilidad económica debe considerarse a la hora de concretar un proyecto que lesione seriamente el equilibrio del ecosistema o que vulnere derechos de quienes laboran en ellos.
Velar por esta libertad siempre nos aproximará a una sociedad con mayores probabilidades de equidad.
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Por: Libardo Gómez Sánchez – libardogomez@gmail.com