Sin ideas no hay cambios

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Las revoluciones no las hacen las armas sino las ideas, sin la convicción de las amplias mayorías de la necesidad de cambiar a quienes los gobiernan y las políticas que practican,  no es posible que una sociedad  se transforme, pero esas variaciones solo resultan positivas si quien las dirige tiene suficientemente claro que debe hacerse y con quienes, de lo contrario el remedio terminara siendo peor que la enfermedad.

Ejemplos en uno u otro sentido hay por montón, todos están registrados en la historia de los pueblos, la historia que se mantiene al margen de la formación de los muchachos de hoy, una de las razones que los hace tan apáticos, pues no tienen referentes que afirmen o disputen sus criterios.

La controversia es parte de la actitud natural de los muchachos y por estos días han vuelto a ponerlo en evidencia, acosados por la difícil situación presupuestal que tienen las universidades del estado, han regresado a la vía pública, el escenario natural de sus reclamos, el que los vincula con el resto de la ciudadanía.

Sus consignas reflejan el grado de comprensión de los problemas, mientras en las universidades de Bogotá y Medellín, con enormes movilizaciones  se exige financiación estatal, los estudiantes de la Surcolombiana demandan la salida de un rector al que le quedan pocos días, la dirigencia local parece recurrir a la estrategia de desgastar el ímpetu de los estudiantes en peleas inanes, exigir la renuncia del representante de los estudiantes al Consejo Superior, elegido por la vía del voto directo.

La nulidad de la terna para elegir el próximo rector, que surge de un perverso acuerdo del Consejo Superior Universitario, que excluye a quien no disponga del apoyo de las maquinarias políticas regionales y nacionales, razón por la cual  miembros prestantes de la comunidad académica no presentan sus nombres, con tal de no verse amarrados a las consejas y componendas de la politiquería de un Consejo Superior en el que tiene asiento un delegado del gobernador y un representante del denominado sector empresarial, quienes ajenos a la vida institucional, llegan   a  procurar contratos y solución a los apetitos burocráticos de sus mentores.

Si se quieren soluciones de verdad, el camino es recuperar la autonomía y presionar al gobierno para que asigne los recursos económicos que se requieren para ofrecer un alto nivel de formación académica e investigación pura en ciencias básicas y conectadas con las realidades y riquezas regionales.

Por: Libardo Gómez Sánchez – libardogomez@gmail.com

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