Hemos escuchado con mucho detenimiento que la participación política en nuestro país, en nuestra región y en nuestros municipios, siempre debe tener el interés de los jóvenes para que, a través del relevo generacional progresivo, las ideas de la gobernanza, la modernidad y la administración eficiente, continúen alimentando la democracia y fortaleciendo las instituciones y el desarrollo territorial.
Sin embargo, en la realidad vemos poca participación política de los jóvenes, unos por el desinterés y apatía que tal vez no satisface sus intereses, o quizás defraudados por las formas no muy santas de hacer política que todos vemos y que ellos rechazan. Algunos de pronto porque no encuentran los mecanismos de participación.
Lo cierto de todo es que, aunque los escenarios pudieran estar abiertos, los jóvenes llegan a la participación política siempre tras un viejo gamonal, o tras un clan tradicional. Son escasas las acciones espontaneas y eficaces para destacar a jóvenes en la participación democrática y política de nuestro país y de nuestras localidades. Hay una deuda en ello y se debe saldar pronto.
El riesgo en el que cae este importante proceso del relevo generacional reside en la aspiración vana, de tomar el poder por el poder; de simplemente llegar a reemplazar al viejo gamonal.
Allí lo que vemos es un relevo de viejas prácticas administrativas. Ya gobernó el viejo político como gobiernan, ahora gobiernan algunos jóvenes, pero cometiendo los mismos desaciertos a veces incluso peores.
Lo cierto es que el estado de juventud es temporal. Quienes son jóvenes hoy, no lo serán eternamente. El curso de los años es inevitable. Es equivocado vislumbrar a los jóvenes como si siempre lo fueran a ser.
Entonces, es necesario derribar los estigmas hacia las juventudes y observar la proyección política potencial. Y los jóvenes deben despertar, porque el futuro de la democracia se encuentra en los líderes jóvenes del mundo, en los líderes jóvenes de gobiernos, jóvenes activistas y líderes comunales; en los jóvenes defendiendo y promoviendo la transparencia, la rendición de cuentas y la equidad.
Le hace daño a la democracia el continuismo por años que vemos en clanes arraigados en el concejo, en las asambleas, o en las cámaras, y también los gamonales amarrados en el ejecutivo.
Le hace daño a las instituciones el político que sin pena ni gloria ostenta repetir varias veces su curul, sin mostrar la transformación en los destinos de una ciudad, los que incluso, van en decadencia.
El relevo generacional conlleva una nueva forma de hacer política; lo que debe traducirse en circunstancias distintas: No adentrar a los nuevos perfiles en las lógicas tradicionales. No adoctrinar la revolución juvenil a la añeja institucionalidad llena de vicios, mañas y delitos contra el progreso, contra las leyes y la normatividad de nuestro país.
El relevo generacional requiere una nueva estirpe de jóvenes forjados en el calor del territorio, en el debate público, en la militancia partidista y, ante todo, en la labor social.
Las tradicionales tareas del joven, utilizados como volanteros y levanta pancartas deben quedar en el extremo olvido. El relevo generacional se dará pronto y deben estar los mejores hijos asumiendo el rol que la historia les asignará, y con ello, por fin contemplar las bendiciones del desarrollo esperadas a los territorios.
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Por: Jhon Charry
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