A 480 kilómetros de ustedes, pero tan cerca que he compartido este dolor que a todos nos cobija, permítanme respetados colegas y vecinos de Cálamo y Pitalito estas palabras:
Podrán cortar muchas flores pero nunca, jamás, podrán matar la primavera. Esa es la consigna contra aquellos miserables que cegaron la vida de Flor Alba; no pasarán, no lograrán amilanarnos ni cederemos un centímetro contra ellos. Si lo que buscaban era que nos escondiéramos asustados, aquí estamos, de frente por la vida y la libertad, diciéndoles que sus balas asesinas no son más que su fachada para cubrir su cobardía.
Hoy fue Flor Alba, mañana puede ser cualquiera de nosotros, lo sabemos y lo sentimos. Y no lo negamos. Somos conscientes de que ejercer nuestros deberes como periodistas es un peligro que corremos a diario, y que los enemigos pueden ser cualquiera que sienta que afectamos sus intereses oscuros; esos miserables están agazapados en sus negocios torcidos, en sus delitos a mansalva, en sus movimientos siniestros, en su dinero sucio y fácil. Y para enfrentarlos nuestras armas solo han sido y serán un micrófono, una cámara, un teclado de computador, una cuenta en redes sociales de internet o nuestra voz. Y los únicos escoltas nuestras familias, amigos y colegas.
Estamos aquí para rendir homenaje a la palabra libre que Flor Alba cultivaba a diario, a ese afán de ella de forjarse un conocimiento de mejor nivel para su vida profesional y para informar mejor a sus audiencias; exaltamos aquí a una mujer que fue más allá de lo que sus deberes diarios le imponían, a esa periodista que solo quería volar en el infinito universo del servicio a sus semejantes. A una persona sensible ante el dolor de cualquiera que la buscara como apoyo ante un sinnúmero de necesidades que padecen nuestras poblaciones; Flor Alba estaba allí, sin más interés que el de sentir la satisfacción de ser útil a la sociedad, esa que hoy se manifiesta adolorida por su violenta partida.
Aquí, todos, reclamamos no solo que las autoridades no vayan a dejar cubrir con el oprobioso manto de la impunidad su muerte; queremos y esperamos que la sociedad entera, esa a la que representamos a diario, de la que somos sus voceros, no nos deje solos ni ahora ni mañana. El asesinato de Flor Alba no fue simplemente contra una periodista, es un golpe artero contra la comunidad a la que ella se dirigía y servía. El disparo contra ella estaba dirigido contra todos lo que a diario la escuchaban, leían y veían; el sicario que la atacó a mansalva en la puerta de la emisora, y quienes le pagaron a ese criminal, saben claramente el mensaje que enviaron: quisieron decirles a todos, a Ustedes los del barrio, a todos los habitantes de Pitalito y a la audiencia de Flor Alba que odian la libertad de expresión, que no quieren que Ustedes se informen de todo, que es mejor no contar lo que los corruptos y demás criminales esconden, que nos quedemos callados y que nos sometamos a sus arbitrarias órdenes.
No lo lograron. Solo pudieron apagar una voz pero no pudieron matar un espíritu como el de Florecita que ahora vuela mucho más libre; ese espíritu es el que nos une ahora aquí a todos.
A sus asesinos les tenemos una mala noticia de última hora: podrán cortar una flor, muchas flores, pero nunca, jamás, podrán matar la primavera, porque la primavera somos todos los que amamos la libertad.
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Por: chillurco1970@yahoo.com – chillurco1970@yahoo.com