Durante muchas décadas nuestro país ha tenido que soportar infinidad de guerras y conflictos internos que arrasan con vidas humanas en donde son los más débiles, los más humildes, los más pobres e incluso los más ingenuos, los que siempre lloran sus muertos.
Luego del asesinato del líder Liberal Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948, los colombianos no nos hemos podido acostar una sola noche o levantarnos un solo día en paz. La barbarie orquestada desde las más altas esferas de cada gobierno de turno no se ha hecho esperar.
Unos más que otros, pero siempre bajo el mismo modelo cultural; el odio, el engaño, la mentira y la calumnia en contra de sus contradictores, ha sido siempre el amargo plato diario.
A partir del año 1948 en los gobiernos de los conservadores Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez se desata la más absurda y criminal persecución en contra de personas de filiación Liberal sin importar edades o sexo. La pretensión de estos líderes de la extrema derecha era exterminar al partido Liberal con el pretexto de que sus militantes eran pro comunistas.
En la década del 80 fueron asesinados más de cuatro mil hombres y mujeres por el propio Estado en asocio con grupos de extrema derecha, por el hecho de pertenecer al partido de izquierda Unión Patriótica, luego de ser señalados como guerrilleros.
En nuestra época reciente “él castro chavismo” y ahora “la nueva juventud Farc”. Un nuevo concepto de derecha para estigmatizar, que siempre ha tenido el mismo patrón: crear fanatismos, mentir, asustar y sembrar odio en personas resentidas por la misma violencia y la propia fuerza pública para que actúen en contra de la integridad de personas que piensan diferente, que denuncian la barbarie y la corrupción. Que reclaman justicia y espacios democráticos.
La violencia y excesos de la fuerza pública, no son casos aislados, son políticas de Estado que vienen siendo aplicadas en los centros de entrenamiento y adoctrinamiento de soldados y policías, que vienen recibiendo la doctrina implementada por la tristemente célebre escuela de las Américas en la histórica “guerra Fría”, por donde pasaron varios de nuestros generales a recibir la cátedra de represión en contra de ciudadanos y ciudadanas que se atrevan a levantar su voz en contra de la tiranía y opresión de los malos gobernantes, como los que hoy aún nos gobiernan.
Cambiar el modelo del mal trato por el respeto de los superiores con los subalternos en la fuerza pública, y la cátedra de la represión por la buena convivencia entre fuerza pública y ciudadanos, debe ser inmediata, antes que sea tarde.
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Por: Miguel Rodríguez Hortúa – miguel.rh12@hotmail.com
Twitter: @miguel_rh12