En un país donde los derechos se ven muy bonitos en códigos, en libros y en discursos políticos, pero en la realidad, la carencia de ellos es el pan de cada día de la mayoría de nosotros, encontramos una figura tan falsa y tan cómplice de la explotación laboral como las Órdenes de Prestación de Servicios, comúnmente conocida como OPS, que muy bien pueden ser las iniciales de una frase que describe a la perfección a este grupo de trabajadores de mi Colombia querida OPS = Oprimidos Por Siempre.
En teoría, son contratos que no deben generar una subordinación ni el cumplimiento de un estricto horario, pero la realidad es que son los que más funciones tienen, son los más vigilados por sus jefes inmediatos, superiores y claro, por los empleados de planta que están a otro nivel.
Su horario es en la gran mayoría de las veces más extenso que en un contrato laboral y su cumplimiento está ligado a la paupérrima estabilidad laboral que depende de tantos factores ajenos a su objeto inicial y tiene que adicional cumplir funciones políticas, administrativas, de apoyo particular y de chivos expiatorios, frente a problemas que aparecen en una empresa y es apenas obvio que la cuerda se rompa por lo más delgado.
En actividades políticas es común verlos inflando bombas, organizando mesas, cargando sillas e incluso son los primeros que deben aportar par los gastos de una campaña, que si corren con suerte les garantizará la renovación de la OPS o al menos estar en una lista de posibles parias, que serán utilizados en este remolino cíclico de usurpación y tiranía en que se ha convertido la relacion laboral que algún día terminará y los tendrá como una estadística más, un desempleado más sin liquidación alguna y con la experiencia para participar en la subasta del mercado de un viernes negro a merced de su benefactor, manager o líder político.
Y vuelven los tiempos electorales y volvemos a escuchar discursos sobre la dignificación del trabajador, de la garantía de derechos laborales y del cambio en el formato de contratación, pero esto es solo un sofisma de distracción que luego será objetado por inconveniencia económica porque quienes ostentan el poder y los empresarios no van a sacrificar los beneficios, ganancias y rendimientos económicos por personas que mientras estén en estas condiciones serán influenciables, manipulables y útiles.
Por lo pronto solo queda levantar la voz para que se humanice un poco la contratacion y en representación de todos los que no pueden expresarse por miedo a ser despedidos, no renovados y marcados como enemigos del progreso, lo hagamos quienes igual pertenecemos a ese grupo pero que hemos decidido legar a nuestros hijos el gran valor de expresarse frente a las injusticias y no negociar la dignidad.
Llegará el día en que el pueblo despierte de su letargo y se haga justicia mediante una verdadera distribución de riqueza, donde las oportunidades sean reales y el trabajo remunerado de manera justa bajo los mínimos estándares de privilegios, para que los viejos descansemos en paz y los jóvenes puedan envejecer tranquilos.
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Por: Carlos Andrés Facundo Ortega – andresfacundo@hotmail.com