Los medios en Colombia se unen para mantener viva la memoria de Flor Alba Núñez Vargas, la periodista asesinada exactamente hace dos meses en Pitalito.
Desde el 10 de septiembre pasado los laboyanos -gentilicio de los nacidos en Pitalito-, en el sur de Huila, dejaron de oír y saber las noticias de su región en voz de esta reportera de apenas 31 años, a quien en ese municipio todos califican como muy profesional y apasionada por el periodismo.
Ese día, Flor Alba entraba a la emisora La Preferida Stereo para dirigir el programa del mediodía, pero un sicario impidió que pudiera cumplir ese ritual. El hombre se dirigió seguro y le disparó dos veces a la cabeza, luego huyó caminando y se subió de parrillero a una moto en la que escapó.
Flor Alba laboraba en tres medios diferentes. Además de en La Preferida, lo hacía para Canal 6 y enviaba notas como corresponsal para el canal de Neiva Nación TV. Le quedaba información para subir en sus redes sociales, que se habían convertido en un medio de comunicación más, en el que la seguían quienes confiaban en lo que decía. Tanto así que si algún periodista del país necesitaba verificar un dato en Pitalito, no dudaba en comunicarse con ella, su profesionalismo era sinónimo de confianza absoluta.
Ese profesionalismo estaba ligado también con su intención de hacerse docente. Estaba a punto de terminar su licenciatura en Lengua Castellana y ya hacía su práctica con estudiantes de undécimo grado.
Ocho periodistas de distintos medios del país, auspiciados por la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), Andiarios y Colprensa, recorrieron las calles de Pitalito y reconstruyeron los pasos de Flor Alba, de su trabajo, de la información que publicaba y en qué casos trabajaba. Durante este mes de noviembre, y desde el próximo fin de semana, intentarán contarle al país las razones por las que fue asesinada. Con este ejercicio se pretende hacer un acompañamiento solidario a los colegas de Huila, a la familia de Flor Alba y a los laboyanos, que vieron apagar con violencia la voz en la que confiaban.
También se espera que este trabajo sirva para insistir en que este crimen no quede impune, como los de la mayoría de periodistas asesinados en Colombia, incluido el de Nelson Carvajal Carvajal, también periodista y docente, asesinado en 1998 en Pitalito. En ese proceso siempre la Fiscalía señaló un entramado político y empresarial ‘non sancto’, dictó medidas de aseguramiento contra políticos y empresarios, pero luego la justicia desestimó los cargos y dejó el caso sin resultados convincentes. Como si fuera poco, años después la familia de Carvajal fue amenazada cuando insistió en buscar justicia.
Cuando se habla con fuentes de Flor Alba, con sus amigos, con sus colegas, con sus compañeros de trabajo docente y con sus detractores, a nadie le queda duda de que este crimen ocurrió por el ejercicio profesional de periodista, pues gozaba de credibilidad, era una líder de la información local y se enfocaba en su oficio.
Sin embargo, su crimen permanece impune y apenas se capturó a un hombre, a quien se sindica de haber sido el autor material. Se trata de Juan Camilo Ortiz, alias el ‘Loco’, a quien en el momento del homicidio le pesaba una detención domiciliaria por el atentado el 11 de julio del 2014 contra la zootecnista Julieth Marcela Henao, persona a la que intentó matar con cinco disparos. Jaumeth Albeiro Flórez, quien iba al frente de la motocicleta que sirvió para el escape, continúa huyendo.
Como Flor Alba había hecho seguimiento a ese caso y se había encargado de criticar las razones que llevaron a un juez a conceder detención domiciliaria a un asesino, la Policía considera que este puede ser otro factor que motivó el crimen, tal como lo anunció en rueda de prensa el director de la institución, general Rodolfo Palomino, al presentar al detenido.
El vicefiscal general de la Nación, Jorge Perdomo, anunció en otra rueda de prensa en días pasados que una hipótesis sobre la que trabaja el ente acusador se sustenta en móviles políticos detrás de esta acción. El asesinato de Flor Alba se dio en medio del proceso electoral en este municipio, que, como en otros lugares del país, estuvo cargado de agresividad y tuvo un entorno polémico. En la localidad hubo nueve candidatos inscritos en busca de la Alcaldía.
Después de su muerte se conoce de por lo menos otros tres comunicadores amenazados o amedrentados en Pitalito, uno de los cuales debió dejar el municipio. Amenazas también se han reportado contra periodistas en localidades aledañas.
Como se hizo en el 2002, cuando siete medios de comunicación impresos siguieron en el Proyecto Manizales las pistas del asesinato del subdirector de La Patria, Orlando Sierra, y en el 2003 las del homicidio contra Guillermo Bravo, director del programa Hechos y Cifras (en Neiva), ahora se pretende que el país siga la huella del asesinato de Flor Alba y las posibles causas que condujeron a él.
No deja de ser lamentable que se repita la violencia contra los periodistas de Huila sin que los responsables se sientan acosados por las autoridades y la justicia. Así que bien vale la pena volverse sobre este departamento y hacer que a los responsables les resulte costoso asumir la violencia como su manera de enfrentarse a quienes tratan de contar la verdad de su región.
Se espera que ‘Pitalito sin censura’ sirva para mantener el mensaje de proteger a los periodistas y con ellos la libertad de expresión, y para que los violentos entiendan que al asesinar a los mensajeros lo único que conseguirán es que el mensaje que buscan callar se multiplique por miles.
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Por: www.semana.com