Clóvis, fallecido en 2015, estuvo en siete Copas Mundiales de la FIFA y se convirtió en un símbolo de la alegría de Brasil en el torneo.
Durante siete Copas Mundiales de la FIFA™ fue el rostro de la Seleção en las tribunas, elegido como símbolo de la afición brasileña. La figura sonriente del “Gaúcho da Copa”—era oriundo de Rio Grande do Sul—se convirtió en indisociable de los partidos de Brasil en las grandes citas, una especie de amuleto, especialmente en la conquista del título mundialista de 2002 en Yokohama.
Clóvis Acosta Fernandes murió en 2015, a los 60 años de edad. Su fallecimiento prematuro se produjo un año después del Mundial de Brasil, en el que su imagen volvió a recorrer el mundo, esta vez abrazado con tristeza a su tradicional réplica del trofeo de la Copa Mundial de la FIFA tras la traumática derrota ante Alemania en la semifinal de Belo Horizonte.
Ahora, dos de los hijos del “Gaúcho da Copa” se esfuerzan por mantener vivo el legado del mayor hincha de la Seleção. En 2018, por primera vez sin su padre, Frank y Gustavo Damasceno Fernandes experimentaron el sentimiento que Clóvis despertó entre los aficionados de diversos países.
“Casi no podíamos dar un paso sin que la gente viniese a sacarse fotos. Empecé a preguntar: ‘¿de dónde es usted?’. Eran de todos los países que se puedan imaginar”, relata Frank Damasceno sobre su experiencia en la Plaza Roja de Moscú durante el Mundial de 2018. “La carga emocional fue muy grande”.
“Poca gente ama a la selección brasileña como mi padre nos enseñó a amarla, sin pedir nada a cambio. Emociona descubrir que ese mensaje caló en el mundo entero”, añade Gustavo.
Una tradición en familia
Clóvis decidió acompañar a la Seleção en los mundiales justo antes de la edición de Italia 1990. Su mujer le permitió esa locura de última hora, pero, como buena entusiasta de la música, pidió a modo de compensación que se comprase un piano para la casa de la familia, en Porto Alegre. Dicho y hecho. Semanas más tarde, a su regreso del viaje, el “Gaúcho da Copa” le dijo a Frank, su primogénito, quien entonces tenía 10 años: “Aprende inglés, porque la próxima vez serás mi intérprete”.
Ese fue el comienzo de una aventura familiar. Con Frank a su lado, Clóvis celebró el título de 1994 en Estados Unidos. Los aficionados tuvieron el privilegio de asistir de primera mano a la histórica tanda de penales que terminó con un desafortunado lanzamiento de sus adversarios italianos. “El balón de Baggio nos pasó a nosotros por encima de la cabeza”, recuerda Frank. Cuatro años después, se les unió Gustavo. La familia recorrió Francia en un coche estilizado y se entristeció con la derrota a manos del equipo de Zidane en la final.
Oro para el padre en Río de Janeiro
El llanto de Clóvis al abrazar su réplica del trofeo de la Copa Mundial de la FIFA tras la derrota por 7-1 ante Alemania en 2014 se hizo viral. Al día siguiente fue a dar un paseo por la playa de Copacabana, en Río de Janeiro, y lo rodearon infinidad de aficionados al fútbol de varios países. Pero un año más tarde, en 2015, durante la Copa América de Chile, llegó su despedida, al revelar en una entrevista que llevaba nueve años luchando contra el cáncer. Así pues, prácticamente fue objeto de veneración en el que sería su último torneo. Un momento inolvidable para los hermanos ocurrió en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Frank siguió toda la competición en solitario, pero acordó con Gustavo que verían juntos la final que enfrentaba a Brasil y Alemania en el Maracaná. Antes de viajar, Gustavo fue a la casa de su madre en Porto Alegre y tuvo la idea de homenajear a su padre. Se afeitó la barba y se dejó solo el bigote, inspirándose en Clóvis. También decidió usar el sombrero y el trofeo de su progenitor. “Mi madre lloró mucho”, cuenta.
Brasil acabó venciendo a Alemania en los penales y se colgó el oro olímpico, único título cuya conquista Clóvis no presenció en vida. En el Maracaná, los hijos del “Gaúcho da Copa” volvieron a recibir el cariño de los aficionados. “La gente nos decía que no podíamos dejar morir ese legado”, relata Frank.
Ahora, Catar
Tras las emociones de Rusia 2018, los hermanos brasileños se apresuran a intentar recaudar fondos para reservar su viaje a Catar, decididos a llevar con orgullo el estilo de vida de su padre y su entrega al torneo más emblemático del fútbol mundial. Frank cita una frase acuñada por Clóvis para explicar su devoción por el certamen de la FIFA. “Él siempre decía: el periodo entre un Mundial y otro es la forma que he encontrado de envejecer sin sentirlo”.