La capacidad del ser humano de sobreponerse a las dificultades es proverbial, de otra manera es imposible encontrarle explicación al hecho de que a pesar de la evolución negativa de todos los indicadores económicos y sociales medio país, por estos días esté de farra manteniendo la tradición de fiestas de medio año en muchas regiones de la geografía nacional.
El crecimiento de los niveles de desempleo así no lo admitan las estadísticas oficiales es preocupante, cientos de familias ven a sus cabezas fuera de las plantillas de los trabajos asalariados y perdidas las garantías que la formalidad ofrece y sin perspectivas de solución a corto plazo, la charanga y el licor podrán hacer olvidar unos pocos días la preocupación de la carencia de efectivo para atender las obligaciones pecuniarias, pero al final vendrá el cobro por las buenas o las malas, aterrizando a los atribulados deudores que se verán a gatas para atender debidamente sus acreencias.
Quienes aún logran un lugar en la sociedad desequilibrada en que vivimos, podrán conservar la ilusión de un mundo idílico por poco tiempo, lo virtual jamás podrá suplantar eternamente la realidad concreta, las decisiones de los encargados de liderar el progreso de la nación apuntan cerreramente a su destrucción, ni la industria nacional ni el agro encuentran oportunidades, incluso sectores que en el pasado gozaron de privilegios a costa del resto de la sociedad, hoy son blanco del gobierno para despejarle el camino a los negocios de sus socios del gran capital, el lío es que los afectados caen con miles de empleados que aunque regularmente remunerados tenían trabajo, en el futuro tal vez no.
Únicamente una sociedad que sea consciente de la necesidad de ajustarse a un plan en el que la producción social tenga como propósito la distribución equitativa, calidad de vida y un arreglo con la naturaleza, que armonice la atención de las necesidades humanas con el aprovechamiento racional de los recursos y se detenga la acelerada destrucción del entorno, resolverá el conflicto entre el capital y el trabajo, entre el hombre y el planeta.
El mundo virtual tiene el encanto de permitirnos avizorar un mundo posible, la vida que queremos, la que nos merecemos, pero lograrla depende al final de nuestra decisión de transformarla y solo es factible dándole un revolcón a los liderazgos fallidos que hoy tenemos, esperar que las soluciones provengan de ellos no es viable.
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