La razón y el corazón

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Escuché en estos días al brillante e inolvidable periodista, pensador y escritor uruguayo, Eduardo Galeano, autor de libros como “Las venas abiertas de América Latina”, “El libro de los abrazos” y “Memoria del fuego”, entre otros; en una entrevista muy interesante en la que hablaba de los intelectuales y de una u otra manera se refería también a los tecnócratas sin mencionarlos.

Decía Galeano, “yo no quiero ser un intelectual. Cuando se refieren a mí como un distinguido intelectual yo les digo, ¡No! Yo no soy un intelectual, los intelectuales son los que divorcian la cabeza del cuerpo; yo no quiero ser una cabeza que rueda por los caminos, yo lo que quiero ser es una persona (sentipensante), pero no un intelectual; abominables personajes. Ya lo decía Goya, la razón genera monstruos. ¡Cuidado!, hay que razonar y sentir, porque cuando la razón se divorcia del corazón te convido para el temblor…”

Maravillosa reflexión que nos invita a pensar y a razonar acerca de ¿para dónde vamos?, ¿qué es lo que queremos?, ¿qué tan claros tenemos nuestros propósitos en la vida, nuestras metas, nuestra participación en la sociedad, en nuestro país?, ¿Qué hacemos para ayudar a mejorar?, ¿hacemos algo o no hacemos absolutamente nada?, o simplemente nos quedamos en el infértil ejercicio de la crítica.

Creo que todos tenemos un alto grado de responsabilidad en la construcción, deconstrucción (Deshacer analíticamente algo para darle una nueva estructura), o destrucción del mundo. No podemos creer que solamente nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos. Nuestro encargo como seres humanos nos conduce a asumir compromisos serios desde cada uno de los roles que desempeñamos; precisamente esa falta de compromiso individual es el que no permite que se construyan sociedades sólidas y estables, en las que mantener la casa (nuestro planeta) en las mejores condiciones sea una prioridad.

Los seres humanos debemos enamorarnos mucho más de nuestro hogar y de nuestros ecosistemas, asumiendo un papel verdaderamente notable, en el que pensemos cómo podemos aportarle a nuestra comunidad, no buscando solamente más caminos de desarrollo tecnológico y digital, esa tendencia ya se mueve y avanza por sí sola, en una dinámica que ya adquirió; si no, encontrando la manera en la que podamos sumarnos a una reconstrucción social integral consciente.

El psicólogo, periodista y escritor estadounidense Daniel Goleman, se hizo famoso con la publicación del libro “Inteligencia Emocional”, que hace referencia a que “si no dispones de unas buenas habilidades emocionales, si no te conoces bien, si no eres capaz de manejar las emociones que te inquietan, si no puedes sentir empatía ni tener relaciones estrechas, entonces da igual lo listo que seas, igual no vas a ir muy lejos”.

Esto en relación con el término “Sentipensante”, del que habla Eduardo Galeano, entendiendo que “se trata de aprender a sentir, aprender a pensar y con base en ello, aprender a tomar decisiones, a generar empatía, a contactar al corazón sin olvidar la cabeza. Pero para llegar a sentipensar, primero es necesario atravesar un camino en donde se puedan reconocer y validar pensamientos y emociones”.

Tenemos un grave problema porque estamos en manos de locos que se creen intelectuales, que actúan con un alto grado de soberbia en medio de apetitos individuales voraces, con un elevado nivel de perversidad, que nada tiene que ver con la inteligencia emocional de Goleman ni el sentipensamiento de Galeano.

Por: Hugo Fernando Cabrera – hfco72@gmail.com
X (Twitter): @Hufercao04

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