La generación de la igualdad

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Lo primero que se debe decir, es que garantizar la igualdad de todas las personas es fundamental para el desarrollo y la paz. Así que, por cuestión de derechos humanos, por justicia social, la igualdad entre mujeres y hombres es una condición necesaria para tener una mejor sociedad.

La igualdad de género permite brindar a las mujeres y a los hombres las mismas oportunidades, condiciones, formas de trato, sin dejar a un lado las particularidades de cada uno, permitiéndonos y garantizándonos el acceso a los derechos que tenemos como ciudadanos.

Igualdad es también el camino para acabar con los llamados estereotipos, creencias socialmente construidas sobre lo que “deben” ser y el rol social que “deberían” jugar los hombres y las mujeres, de acuerdo con su género.

La eliminación de los estereotipos fomenta la toma de decisiones individuales alejadas de los cánones impuestos a los roles tradicionales y potencia por igual las diversas conductas, aspiraciones y necesidades tanto de mujeres como de hombres. Para alcanzar la igualdad es necesario re-educar, salir de las viejas ideas de lo que significa en la sociedad patriarcal «ser hombre» y «ser mujer», y romper de una vez por todas con la nefasta herencia del machismo.

Actualmente las mujeres enfrentamos dos grandes desafíos en el ámbito laboral: el techo de cristal y el techo de cemento. El término «techo de cristal», o «Glass ceiling barriers» (por primera vez mencionado en Wall Street Journal en 1986 en los Estados Unidos) se refiere a la barrera invisible a la que nos exponemos las mujeres calificadas, en actividad laboral, que nos impide alcanzar los niveles jerárquicos más altos, independientemente de nuestros méritos o logros laborales.

El segundo (el techo de cemento), hace referencia a elementos internos, tales como auto-percepción y falta de confianza en nosotras mismas; es auto-impuesto por las propias mujeres. Una de las muchas investigaciones realizadas por Nuria Chinchilla, del IESE Business School, hace referencia a este concepto llamado techo de cemento, definiéndolo como todas aquellas barreras internas que tienen que ver con la falta de confianza o con el miedo al fracaso.

Las mujeres encontramos obstáculos culpándonos a nosotras mismas, ya sea por la falta de confianza, autocrítica y/o la propia percepción de auto limitarnos. Visualizamos un alto coste personal, familiar, que impide una lucha por el crecimiento académico y profesional. Por lo que, en definitiva, es necesario dejar atrás los estereotipos, comenzar a perder el miedo al fracaso.

Estos desafíos se superan a través de una serie de procesos que involucra a todos los ciudadanos: actividades de prevención, control de la violencia, avances para lograr mayor conocimiento y cumplimiento de derechos y obligaciones, mejorar la capacidad para concertar acuerdos, dar solución pacífica a los conflictos entre ciudadanos, para finalmente mejorar la capacidad de comunicación y participación ciudadana, con mayor inclusión.

Los gobiernos dentro de sus competencias democráticas, siguen trayendo a la mesa propuestas de cambio para la equidad y la igualdad; el verdadero cambio viene de cada uno, de conductas, comportamientos, los cuales, a través de procesos de socialización integral y cultural, promoverá la transformación poco a poco. No basta con aprobar leyes, no es la imposición la que genera el cambio en el ser humano, sino la gestión real de opciones para la construcción de toda identidad.

Superar los obstáculos internos y externos es un reto para todos. Es crucial un cambio de mentalidad, empoderamiento, para romper el techo de cristal y de cemento, es necesario: Descubrir la misión única e irrepetible que tiene cada uno, aprender a tener nuestras prioridades, tener la mente y el cuerpo alineados, lo que nos permitirá tomar decisiones más correctas, acertadas y sostenibles en el tiempo.

Siempre surgirán dudas y habrá renuncias que hacer por el camino, de ahí que sea vital poner el foco en lo importante. Por ejemplo, a la hora de concertar vida profesional y personal, hay que ir sorteando momentos y pasando las malas rachas, confiando en que las nuevas generaciones vean que nuestro esfuerzo da frutos positivos. Se debe implantar cierto blindaje para que se dé el equilibrio necesario entre todas las facetas de la vida.

¡Es hora de comenzar a romper el techo de cristal y de cemento! Dejar de limitar las oportunidades. Porque el crecer de manera personal nos hará crecer en todos los ámbitos de nuestra vida, e impactará positivamente en la sociedad. En un escenario de impulso a la fuerza laboral femenina y, el reconocimiento a la misma, también es tema de agenda mundial, para así sumar esfuerzos y hablar desde una perspectiva de igualdad, partiendo de tales condiciones como un derecho humano fundamental.

Así, con la unión de la sociedad en exaltar la fortaleza de ser hombres y mujeres una misma fuerza, se consolida una realidad de crecimiento y desarrollo donde los líderes generan más líderes, el empoderamiento entre mujeres y hombres tiene como sola base el talento y la igualdad, en ello radica nuestra apuesta, en destacar el poder de los hombres y mujeres que trabajamos a diario por construir una sociedad mejor.

Sueño con un mundo donde haya igualdad. Tengo confianza y estoy segura que la mayoría haremos todo lo posible para cambiar las cosas. El camino es largo y quedan muchos asuntos por resolver. Si me preguntan, ¿desde qué lugar voy a cooperar para logar la igualdad? Les digo que no lo haría desde mi lugar de mujer, mi respuesta es que lo hago desde el lugar DE PERSONA, porque todos debemos, nos merecemos y necesitamos ser considerados de la misma forma.

Por: María Fernanda Plazas Bravo – Twitter: @mafeplazasbravo
Ingeniera en Recursos Hídricos y Gestión Ambiental
Especialista en Marketing Político – Comunicación de Gobierno
Universidad Externado de Colombia

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