¿Hay algo que celebrar este 20 de julio?

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Repasando por estos días con mi hija la historia de la independencia absoluta de Colombia en 1819, encuentro similitudes y abismales diferencias con la Colombia de hoy.

Ella leía muy concentrada y absorta por la valentía y perseverancia de Bolívar y Santander por construir un país libre del yugo español, pues ese era su principal objetivo, sin embargo pretendían superar dificultades tales como gobernar un extenso territorio, la rivalidad entre dirigentes políticos de la nueva granada y Venezuela, la dictadura de 1828 implantada por Bolívar para controlar los conflictos políticos y finalmente el conflicto entre militares y civiles, partidarios de los libertadores.

También libraron cambios económicos y sociales para sostener ese nuevo país, que en síntesis generó que el gobierno se endeudara, que se dieran abandono de tierras, se aceptó el libre mercado y en 1845 se tomó el rio magdalena como el medio de transporte por excelencia.

Sin embargo, el desarrollo de este nuevo país también trajo consigo el nacimiento de nuevos partidos tradicionales tales como los liberales y los conservadores, los primeros aboliendo la esclavitud y la separación de la iglesia católica de los asuntos de estado, como la libertad de expresión, y lo segundos, apoyando el centralismo y la intromisión de la iglesia católica en la educación y las leyes.

Ahora vemos que 202 años después, con diez constituciones de por medio, la última de 1991, tenemos un país enfrentado políticamente por el poder (la izquierda ideológica y la derecha pragmática), lo cual no es malo, lo perverso es la bajeza con que se usan medios non santos, como montajes, interceptaciones, sobornos, y más; ven algunos en la práctica una dictadura disfrazada de democracia y otros temen que llegue otra forma de dictadura.

Hoy se observan a los militares enfrentados con el mismo pueblo atendiendo las órdenes del gobierno que los ha instrumentalizado, creyéndose ellos y medio País, que la derecha si quiere a los militares y que la izquierda no los reconoce, siendo ambas posturas absurdas y mentirosas; no es menos cierto que llevamos más de 50 años viendo como familias enteras abandonan sus tierras por causa de la violencia; se ve hoy un país endeudado y un gobierno afanado por tramitar leyes tributarias para saldar las deudas y saldos en rojo que deja la corrupción de quienes nos han gobernado por medio siglo, con el cuentico que es para sostener los programas sociales.

Finalmente dos temas cruciales del modelo económico antiguo y el actual, que es un libre mercado que acaba con las economías regionales y nacionales materializadas en la industria nacional que no puede competir con precios y la propuesta de volver a la navegabilidad del rio magdalena y la red ferroviaria.

Es hora de insistir en dos cosas, uno que este país tiene más partidos y movimientos políticos que iglesias cristianas, que hoy se disputan la carrera presidencial más de 43 candidatos para el 2022, que el liberalismo y conservatismo como partidos están desteñidos y sin rumbo y conexión con el elector, pero que vestidos con otros trajes de lentejuelas insisten en centralizar los recursos y decisiones en Bogotá, y dos, que nunca antes se había visto unos jóvenes autodenominados – la primera línea- que han protestado y paralizado el país en busca de escucha y hoy ya con sendas victorias, tales como la caída de una reforma tributaria y otra a la salud.

Pero ello no fuera importante si no fuera porque este fin de semana se han concentrado en Cali como un nuevo actor político y aspiran presentar una serie de proyectos al congreso de la república para que sean tramitados y puedan superarse este estado de crisis institucional al que nos ha sometido el gobierno Duque y que fue la gota que reboso la copa de décadas de maltrato y desconocimiento de las necesidades de los colombianos.

Por: Juan Felipe Molano Perdomo – jmolano74@hotmail.com
Twitter: @JuanFelipeMola8

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