Hablemos de la verdad

380 views
5 mins read

Hugo Fernando Cabrera OchoaEl escritor español Camilo José Cela, autor de la obra titulada “La familia de Pascual Duarte” cito la siguiente frase en relación con el título de mi columna de hoy que reza: “Lo malo de quienes se creen en posesión de la verdad es que cuando tienen que demostrarlo no aciertan ni una”.

En la actualidad, cuando la palabra ha perdido tanto valor y la inestimable costumbre que existía de honrar la palabra prácticamente pasó de moda, el sentimiento que reina entre todos los seres humanos es la desconfianza.

Escuchamos a nuestros padres y abuelos, los que aún los tienen vivos, en sus historias de antaño, que los negocios se hacían de palabra y no había poder sobre la tierra que pudiera menoscabar el trato firmado con una estrechada de manos y una mirada directa a los ojos. Se podía dar la vida por cumplir lo dicho y era sagrado que así fuera, por lo menos es lo que relatan quienes lo vivieron.

Hoy en día eso ya no se advierte y si se ve, será supremamente escaso y entre personas muy cercanas que se conozcan de toda la vida, porque ya nadie confía en nadie y lo que se volvió común fue la falta a la verdad, a la lealtad y al compromiso.

En la política faltar a la verdad es la mayor costumbre; vemos candidatos con cara de terneros degollados, que dicen sí a todo lo que se les pide y emiten alocuciones llenas de palabras adornadas que hacen sentir a la gente la posibilidad de un futuro mejor, con menos corrupción y más responsabilidad en el manejo de lo público, pero  cuando llegan al poder se olvidan de lo expresado y demuestran comportamientos absolutamente adversos a los que prometieron adoptar si llegaban a su cargo.

Por ello es que recobra mucha fuerza la frase de Honoré de Balzac que dice que “Está a salvo de cualquier peligro aquel que, aun estando seguro, se mantiene en guardia”, porque como dicen por ahí, “vale más la seguridad que la policía” y es mejor “pájaro en mano que cien volando”, pues la desconfianza se ha vuelto más importante que la verdad y la mentira reina mucho más que ambas.

Y esto hace que la gente actúe mucho más prevenida ante todo, pues no hay negocio sin papel firmado, no hay juramento sin duda y no hay promesa sin dedos cruzados. Nos acostumbramos a esa forma de vivir, creyendo la mitad de lo que nos dicen, poniendo en tela de juicio el actuar de las personas, teniendo como principio la duda para prevenir el engaño y la desconfianza para adelantarnos a un fraude.

Lo que sí es real es que ese valor moral del que gozaron nuestros padres, abuelos y antepasados, se ha venido deteriorando en grado sumo; y por necesidad, por costumbre o por la razón que quieran encontrar, la mentira se volvió más común que la verdad y el engaño reina con más fuerza que la sinceridad y la franqueza.

Cierro mi columna de hoy con esta reflexión de San Juan Pablo II: “La verdad será fundamento de la paz cuando cada individuo tome conciencia rectamente, más que de los propios derechos, también de los propios deberes con los otros”.

Por: Hugo Fernando Cabrera Ochoa – hfco72@gmail.com

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

Ir al contenido