La duplicación de la demanda mundial de alimentos proyectada para los próximos 50 años plantea enormes desafíos para la sostenibilidad tanto de la producción de alimentos como de los ecosistemas terrestres, acuáticos y los servicios que brindan a la sociedad.
Los agricultores son los principales administradores de las tierras utilizables y moldearán, quizás de manera irreversible, la superficie de la Tierra en las próximas décadas. Los incentivos y políticas para garantizar la sostenibilidad de la agricultura, así como los servicios ecosistémicos serán cruciales si queremos satisfacer las demandas de mejorar los rendimientos sin comprometer la integridad ambiental o la salud pública.
Colombia es un territorio que cuenta con amplias zonas agrícolas, aptas para el cultivo de alimentos, ya sea para el consumo a nivel interno o destinado al comercio exterior.
Existen diversas problemáticas que limitan que esto se lleve a cabo, generando desafíos en cuanto al agro se refiere, para efectos de la competitividad y el logro de un espacio dentro de los mercados internacionales, situación que se traduce en falencias (de muchos años) en la política general de tierras e infraestructura vial no amigable con el medio ambiente, políticas gubernamentales que han generado un déficit en el mercado interno imposibilitando la obtención de tecnología adecuada para la innovación de los productos de exportación.
Todo esto sumado a las problemáticas de orden político, público, económico y social, visible por el flagelo de la violencia que ha azotado principalmente al campo colombiano.
Esto ha puesto en peligro al campesinado, parte fundamental del sector agrario, que se ha visto forzado al despojo y desplazamiento de sus tierras. Por estas razones, es necesario en Colombia implementar modelos de innovación y diseño que permitan saltar la brecha de estas dificultades de forma definitiva.
Nuestro país es considerado como una despensa de alimentos, la agroindustria colombiana representa alrededor del 7% del PIB total del país y el 7,4% de las exportaciones totales. Esto muestra una clara inclinación hacia la agricultura y la urgente demanda de tecnificación del campo.
Más aún si se considera el aumento de casi un 70% en la producción de alimentos, proyectado para 2050, para proveer de alimentos a las personas que habitarán el mundo. Sin embargo, incluso con los esfuerzos del gobierno, el trabajo en el sector agrícola colombiano de pequeña escala es rudimentario y tradicional.
Esto conduce a la degradación de la tierra y la baja producción, lo que impide que los pequeños agricultores compitan en los mercados nacionales e internacionales en igualdad de condiciones.
Uno de los retos del sector agropecuario es lograr que la asistencia técnica sea una condición necesaria para el seguimiento a los créditos otorgados a pequeños y medianos productores del sector, constituyéndose en un mecanismo de control orientado a evitar la desviación de los recursos de crédito desembolsados y a la consolidación de los proyectos productivos que se pretende financiar.
El sector, además, pide orientar recursos derivados de las compensaciones ambientales que deben pagar aquellos que como consecuencia de su actividad deterioran el medio ambiente, con el fin de que estos recursos se destinen al financiamiento de proyectos agrícolas y ganaderos sostenibles, bajo explotaciones agroforestales, silvopastoriles y en general que contribuyan con el medio ambiente.
Colombia deberá fortalecer una política industrial, en la producción es donde se genera riqueza, y este es uno de los ejes centrales de la política del Gobierno Nacional. El primer paso está en el campo, las reformas también se deben enfocar en la financiación de los programas sociales que se propongan.
Tenemos que construir una sociedad más equitativa, que comienza por resolver el problema de la tierra, un sistema impositivo desigual no es válido para industrializar el país, si se quiere industrializar a Colombia, hay que modernizar el campo, así se enfrenta el hambre que afecta a millones de colombianos. Acabar el hambre tiene que ver mucho con la tierra, con la agricultura y la producción de alimentos, con los fertilizantes; es una misión acabar el hambre.
Sin lugar a dudas, una de las carteras de mayor importancia en el Gobierno, es el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, pues debe afrontar temas como el de la productividad del campo para iniciar un proceso en el cual Colombia se vuelva una potencia mundial de alimentos, la Ministra de Agricultura y todos los gremios del país, tiene retos importantes para modernizar el campo, fortalecer la actividad del agro, luchar por la reivindicación del campo colombiano. Así las cosas, el campo colombiano es uno de los sectores que más espera de nuestro gobierno.
Con satisfacción, es recibido el anuncio de la ministra de Agricultura, Jhenifer Mojica en el marco del Congreso Nacional Cafetero, la puesta en marcha de la segunda planta de café liofilizado del país que estará ubicada en Pitalito – Huila, este proyecto forma parte de la apuesta del Gobierno por la agroindustrialización del país y que fue acordada con el gobernador electo de nuestro departamento, Rodrigo Villalba.
La idea es que sea una alianza público, privada y popular, pues se busca que los agricultores sean socios capitalistas de esta fábrica, “de manera que después no se generen desequilibrios, que en un ejercicio de democracia y administración pueda haber un buen tratamiento para los productores y para los agricultores”, precisó la Ministra.
Ministra Jhenifer Mojica: sé que tiene muchos desafíos a su cargo, tenga en cuenta la importancia del ordenamiento del territorio alrededor del agua, estoy segura de que usted diseñará e implementará políticas que impulsen la producción y a la vez se protejan los páramos, ríos y acuíferos.
De igual manera, la mujer rural debe tener un papel fundamental en la gestión del MinAgricultura. Las contribuciones de las mujeres rurales también son esenciales para la conservación de la biodiversidad, ya que desempeñan un papel de liderazgo como administradoras de ecosistemas.
Son guardianas, defensoras del agua, las semillas, los bosques, los territorios y los ecosistemas, transmiten conocimientos tradicionales, contribuyen significativamente al sostenimiento de la agricultura, la seguridad alimentaria, la nutrición y la salud.
Promover la participación política, la representación de las mujeres rurales, así como la participación de mujeres profesionales con experiencia laboral, que somos conocedoras de las necesidades reales del territorio, que tenemos el compromiso de realizar aportes importantes para el desarrollo de nuestra región, en escenarios y cargos de alto nivel en el Gobierno Nacional, en las instituciones departamentales; logrando así una gobernanza inclusiva, donde las mujeres estemos igualmente representadas, es un punto de partida para provocar trasformaciones estructurales.
La participación de las mujeres en cargos públicos ha evidenciado resultados positivos para la democracia y la población. Además, trabajamos arduamente porque los intereses, las preocupaciones de todos los ciudadanos se vean reflejadas en políticas públicas, promoviendo la participación ciudadana, mayor confianza en las instituciones. Estamos dispuestas para aportar en el cumplimiento de metas ambiciosas, pero posibles.
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Por: María Fernanda Plazas Bravo – Twitter: @mafeplazasbravo
Ingeniera en Recursos Hídricos y Gestión Ambiental
Especialista en Marketing Político – Comunicación de Gobierno
Universidad Externado de Colombia