¡Qué buena labor pastoral la que viene desarrollando el Señor Obispo de Neiva Froilán Casas Ortíz!, es la expresión que se escucha en las reuniones, tertulias, conversaciones callejeras, disertaciones académicas y demás.
¡Qué hombre tan aterrizado, reflexivo y conectado con la realidad! Son palabras que se pronuncian constantemente en juntas y asambleas, y se han convertido en un afín de aquellos que opinan libremente.
Yo pienso exactamente igual a todos los que dicen que Monseñor Froilán Casas llegó para ponerle sabor al catolicismo, en medio de una sociedad a la que le falta muchísima fe en Dios.
Hoy por hoy, con los diferentes gestos, actuaciones, participaciones públicas y sociales, sabias columnas de opinión, sermones, visitas a todas las comunidades y parroquias, y contacto permanente con la gente, sin distingo de partido político, credo o nivel socio económico, por parte de Monseñor Froilán Casas, verdaderamente se siente uno invitado a participar de todas las actividades de la Iglesia Católica, se siente uno motivado a acercarse a Dios y se palpa espiritualmente la necesidad de recibir por boca de los discípulos del Señor, las reflexiones provenidas de la Palabra Divina.
El estilo de este hombre que dedicó su vida al Padre Celestial, es un estilo especial; es un hombre elegante, impecable, pulcro, pero es un ser humano sencillo que permite acercarse a él con facilidad. Es una persona muy disciplinada, correcta en su actuar, puntual y exigente, pero es afable, considerado, amable y abierto a la gente. Es un personaje culto, instruido y formado académicamente, pero no hace alarde de ello y comparte con sus feligreses noblemente, los escucha y comparte su saber con sencillez para poder ser entendido claramente.
Cuando he tenido la inmensa fortuna de compartir en algún escenario con él, siempre he terminado más convencido de la grandeza de éste hombre y de la inmensa necesidad de acercarme a Dios, pues ni la ciencia, ni el trabajo, ni el desarrollo económico y social, tienen razón de ser sino se desenvuelven bajo patrones éticos que provienen necesariamente de los principios emanados del Creador, y eso es lo que expresa el Obispo cuando pronuncia sus sermones.
Cierro mi escrito con esta frase de Montesquieu. “Para ser realmente grande, hay que estar con la gente, no por encima de ella”.
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