Los resultados del crecimiento económico del país de -6,8% durante la vigencia de 2020, dados a conocer por el Dane reflejan el indicador más bajo de la última década. Es la primera vez que se presenta un decrecimiento de tal magnitud en el país, durante las últimas cinco décadas.
Ha sido un periodo crítico, provocado por la pandemia del Covid, que ha afectado el bienestar general de la población colombiana. La misma Junta Directiva del Banco de la República ha previsto que el PIB crecerá en un indicador superior al 5% durante el presente año.
No podemos ser optimistas con estas cifras, mientras persistan las actuales condiciones que están incidiendo negativamente en la dinámica productiva del país: la crisis sanitaria. Aunque durante el primer semestre del presente año, se presenta una leve recuperación económica.
La desaceleración económica que está presentando la economía del país, ha venido permeando de forma negativa, afectando las ventas de bienes y servicios en los diferentes establecimientos comerciales que operan en las ciudades colombianas. Los comerciantes se encuentran supremamente preocupados porque durante el año anterior, no fue bueno para el comercio.
Consideramos que la economía debe rebotar y sembrar condiciones para retomar una senda de crecimiento con equidad. Si 2020 fue el año de una caída de magnitudes históricas en la economía colombiana a causa del coronavirus, el año 2021 será el de la recuperación del crecimiento positivo.
Aunque el choque de la pandemia y sus riesgos siguen vivos, incluso continúan de manera esporádica las marchas promovidas por los sectores de oposición al gobierno nacional y que además son promovidas por organizaciones subversivas, que han querido desestabilizar la institucionalidad colombiana.
La economía colombiana tendría mejor desempeño que sus vecinos en la región, pero sería insuficiente si el Gobierno no atiende simultáneamente las raíces del descontento social. El país sigue transitando la ruta de combinar la reanudación de la mayoría de las actividades económicas con el control del comportamiento de la pandemia.
Este es un equilibrio delicado que, hasta el momento, después de la reapertura casi total, ha generado un saldo positivo. El mantenimiento de esa senda es uno de los objetivos más cruciales para la economía colombiana durante este año.
Por esa razón, de la manera como el Gobierno atienda las raíces de ese descontento social y responda a las demandas sobre salud, educación y demás servicios sociales dependerá la evaluación que los ciudadanos hagan del manejo de la economía.
Pero existen unos factores detonantes, que pueden impedir este optimismo gubernamental para tener un resultado óptimo al finalizar la presente vigencia. La moneda estadounidense cierra este fin de semana con la tasa de cambio más alta del año, un indicio de que las cosas no van tan bien como se creía en términos de recuperación y estabilidad fiscal.
Bordeando los $4.000 el valor del dólar se convierte en una amenaza para las importaciones de bienes y servicios y para el aumento de la deuda externa, colocando en un serio riesgo al equilibrio de las finanzas públicas nacionales.
No son buenas las noticias desde el frente macroeconómico. Lo único rescatable es el buen nivel de precios de las materias primas que alivian un poco las cuentas nacionales y el ingreso de un grupo poblacional reducido.
El barril de petróleo Brent terminó en US$70,53; la libra de café casi toca los US$1,81 por libra y la carga de 125 kilos en el mercado local está por encima de $1,6 millones.
Pero fuertes nubarrones se asoman para la economía nacional, especialmente en lo que tiene que ver con la banca multilateral y las firmas calificadoras de riesgo. Igualmente, así lo sugieren indicadores líderes que registran para junio y julio recuperaciones importantes del transporte terrestre de carga, de la demanda de energía no regulada y del índice de confianza del consumidor.
Al revisar este comportamiento, el equipo técnico incrementó su proyección de crecimiento para 2021 desde el 6,5 % al 7,5 %. Amanecerá y veremos.