En medio de la creciente alerta por el desabastecimiento hídrico, se hace necesario abordar el impacto que el suministro limitado de agua puede tener en la productividad de las empresas y organizaciones.
En Colombia, el Estudio Nacional del Agua 2022 del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) indica que las actividades productivas de agricultura y poscosecha representan el 43,25 % de la demanda hídrica sectorial con un consumo de 14 mil millones de metros cúbicos por año. A este le siguen las actividades de generación de energía (8224 millones de m3), la piscicultura (3971 millones de m3) y el consumo doméstico (2857 millones de m3). Otros sectores como las actividades pecuarias y de sacrificio, la minería, los hidrocarburos, la industria, el sector oficial y de servicios y la construcción tienen una participación mucho menor.
Fuente: Ideam (2023). Estudio Nacional del Agua 2022 del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales.
Puntualmente, el sector industrial representa el 1% de la demanda hídrica; no obstante, la tasa de agua extraída que no retorna a la cuenca se sitúa en el 58 %, siendo el segundo sector que presenta mayor porcentaje a nivel nacional. Por su parte, el Registro Único Ambiental Manufacturero (RUA-MF) del Ideam, indica que las actividades industriales con mayor demanda hídrica son ‘fabricación de pulpas (pastas) celulósicas, papel y cartón’ con el 18 %, seguido de ‘elaboración y refinación de azúcar’ con el 10,8 %, y ‘elaboración de otros productos alimenticios n.c.p.’ con el 8,7 %.
Con base en lo anterior, resulta evidente que las industrias y organizaciones que dependen del agua para llevar a cabo sus procesos de producción pueden experimentar interrupciones significativas si no tienen acceso suficiente a este recurso. Esto puede resultar en la reducción de la producción, retrasos en la entrega de productos y servicios, e, incluso, la suspensión temporal de las operaciones e interrupción del negocio. Esto puede tener un efecto dominó en toda la cadena de suministro y afectar la capacidad de las organizaciones para cumplir con los compromisos contractuales.
Finalmente, pero no menos importante, el acceso restringido a agua potable puede afectar el bienestar de los empleados, especialmente, en entornos de trabajo donde se requiere agua para el consumo, la higiene personal y la seguridad.
Por ello, si bien muchas de las medidas para enfrentar la crisis hídrica actual se han dirigido a los hogares con el propósito de fomentar un consumo racional y eficiente del recurso hídrico en los hogares, es preciso también adoptar acciones orientadas al mismo fin en los entornos laborales. Desde el Consejo Colombiano de Seguridad (CCS) se brindan algunas recomendaciones:
- Identificar oportunidades de optimización en el uso del agua. Esto puede incluir la implementación de tecnologías más eficientes en el consumo, el reciclaje y reutilización del agua en diferentes etapas del proceso productivo y la recuperación, en lo posible, de aguas lluvias o grises para usos no potables, como riego o limpieza.
- Identificar y priorizar las actividades laborales esenciales que requieren consumo de agua, como la producción de bienes críticos o el mantenimiento de operaciones vitales y posponer aquellas actividades no esenciales que puedan ser reprogramadas sin afectar significativamente la operatividad (por ejemplo, lavado externo de flotas de vehículos).
- Establecer políticas internas que promuevan el uso eficiente del agua en el lugar de trabajo, como la instalación de dispositivos de bajo flujo en grifos y duchas, la sensibilización de empleados frente al consumo racional y la creación de campañas de cero desperdicio.
- Realizar inspecciones regulares para identificar y reparar fugas en las instalaciones, como grifos, tuberías y sistemas de agua.
- Desarrollar planes de contingencia para hacer frente a situaciones de escasez de agua y racionamiento.
- Implementar sistemas de monitoreo y seguimiento del consumo de agua para identificar patrones de uso, detectar anomalías y evaluar la efectividad de las medidas de conservación implementadas.
- Diseñar e implementar sistemas de tratamiento de aguas residuales con el fin de poder reutilizar el recurso en los procesos industriales y disminuir el volumen de agua vertida, así como aportar a la protección de los fuentes hídricas gracias al vertimiento de aguas sin carga de contaminantes.
- Incorporar alternativas para los procesos de limpieza que permitan reducir el consumo de agua, como la limpieza en seco donde a través de agentes químicos se logra la sanitización de superficies o el uso de agua a presión que emplea menos volúmenes del recurso.
- Adecuar las instalaciones para realizar la captación de las aguas residuales de los sistemas de agua contra incendio, verificar las condiciones de esta y reutilizarla en el proceso, para el riego, limpieza o su almacenamiento para uso en caso de una nueva contingencia y/o emergencia.
- Fomentar el teletrabajo como una medida para reducir la dependencia de las instalaciones físicas.
- En el caso del sector agrícola, adoptar sistemas de riego eficientes, como el riego por goteo o la irrigación localizada, que minimizan el desperdicio de agua al dirigirla directamente a las raíces de las plantas.
- En caso de contar con sistemas de almacenamiento de agua, se debe garantizar el almacenamiento en condiciones seguras y óptimas, sin que llegue a contaminarse, al igual que no sea una fuente de enfermedades (por ejemplo: aquellas transmitidas por vectores).
Tomar medidas para el uso racional y eficiente del agua no solo permite afrontar la crisis actual por el desabastecimiento del recurso, sino que también ayuda a garantizar la disponibilidad y gestión sostenible del agua en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 6 – Agua limpia y saneamiento), garantizando un ambiente de trabajo sano, seguro y con bienestar para todos los trabajadores.