Escribir cartas, una costumbre olvidada

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El pasado 7 de febrero se conmemoró el día de escribir carta a un amigo y esto me llevo a recordar la olvidada costumbre de escribir cartas en físico, los que alguna vez lo hicimos y en mi caso era algo ceremonioso, escoger el papel, el sobre, las estampillas, tener una muy buena letra y ortografía y la emoción de esperar la respuesta.

Escribir cartas, en una era dominada por la inmediatez de la comunicación digital, parece un arte del pasado. Sin embargo, esta práctica atesora un valor incalculable tanto para el remitente como para el destinatario, ofreciendo beneficios emocionales, psicológicos y culturales que trascienden los límites de la era digital.

La carta manuscrita es una expresión tangible de pensamientos y sentimientos. El acto de sentarse a escribir con papel y pluma involucra un nivel de introspección y atención plena que rara vez se experimenta en la comunicación digital. Cada palabra refleja una elección consciente, cada pausa una reflexión. Esta deliberación crea un vínculo emocional profundo entre el escritor y el destinatario, convirtiendo cada carta en un regalo personalizado y único.

La ausencia de herramientas de edición instantánea obliga al escritor a pensar cuidadosamente en su mensaje, fomentando la reflexión y la expresión creativa. Además, la carta puede convertirse en un lienzo para la creatividad, adornada con dibujos, bocetos o incluso sellos postales coleccionables, añadiendo una dimensión estética que enriquece la experiencia de comunicación.

A diferencia de los correos electrónicos y mensajes de texto, que pueden perderse en la bruma digital, las cartas físicas se pueden tocar, oler y conservar, pasando a ser parte de un legado tangible para las futuras generaciones.

El proceso de redacción promueve la claridad mental y ayuda a gestionar emociones, facilitando la expresión de sentimientos difíciles de comunicar de otra manera. Además, recibir una carta puede ser una fuente de alegría y consuelo, ofreciendo un recordatorio físico de la conexión con otros, especialmente en momentos de soledad o separación.

En un mundo donde las relaciones a menudo se mantienen a través de pantallas, las cartas ofrecen un medio de comunicación más personal y reflexivo. Permiten a los individuos compartir experiencias, sueños y reflexiones con una intimidad que los medios digitales no pueden replicar, fortaleciendo las relaciones a pesar de las distancias físicas.

Así que los invito a que se animen a escribir una carta dirigida a amigos, familiares que incluso pueden estar en la misma ciudad.

Por: Adonis Tupac Ramírez Cuéllar – adonistupac@gmail.com
Twitter: @saludempatica

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