Se siente la clorofila en el aire, nos encontramos ad-portas de una celebración más del “Día de la Tierra”, homenaje que con más de cuatro décadas, sigue siendo impulsado por Gobiernos, Ambientalistas y Sociedad en General, para generar lo que muchos denominan “Conciencia Verde”.
Este concepto se refiere a realizar un gran llamado de atención a toda la comunidad mundial para empezar a preocuparnos y vivir un sentido de pertenencia con el planeta, dejando de lado el pensamiento de que los efectos de nuestros abusos a la naturaleza serán reflejados a largo plazo.
Según el PNUD – Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo- Colombia es un país especialmente vulnerable al Cambio Climático, por la ubicación de su población en zonas de inundación en la costa y en suelos inestables en la parte alta de la cordillera y por presentar una alta recurrencia y magnitud de desastres asociados al clima, por lo anterior las afectaciones del cambio climático pueden estropear considerablemente los ecosistemas y la biodiversidad biológica, la salud y la planificación del desarrollo.
Es precisamente bajo esta premisa, que la semana inmediatamente anterior, la “Indignación Ambiental” estallo a nivel nacional, por la entrega de una licencia de exploración petrolera en la Serranía de La Macarena, otorgada por la Agencia Nacional de Licencias Ambientales –ANLA-, sin tomar en cuenta los conceptos negativos de las autoridades locales, la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Área de manejo Especial La Macarena -Cormarcarena- , ni el de la corporación de Parques Nacionales, tomando en cuenta que el área a intervenir hace parte de un territorio protegido.
Como resultado al gran movimiento virtual ambientalista, el Presidente de la Republica ordeno suspender dicha licencia. Un “reversazo” positivo, y digo positivo, porque precisamente hace unos meses, cuando el Tribunal Administrativo del Huila, mediante medidas cautelares ordeno la suspensión del llenado del embalse del “Quimbo”, fue el mismo mandatario quien desconociendo la decisión judicial, le dio la razón a “El Quimbo”. ¿Falta de Clorofila?, seguramente.
En Neiva, por ejemplo las cifras son realmente alarmantes. En las ultimas cinco décadas, la ciudad en sus 5 principales Microcuencas ha presentado una afectación del 80% en pérdida de cobertura forestal, lo que dificulta la capacidad de resiliencia ambiental del ecosistema, disminuye su capacidad de regulación hídrica en periodos de sequía afectando la cantidad y calidad del recurso, no se crean microclimas para regular la temperatura de la ciudad y no se amortiguan efectos geomorfológicos (erosión, remoción en masa) e hidrometeorológicos (inundaciones y sequía).
Si indagamos un poco más estas microcuencas han sido deterioradas en mayor medida por la contaminación proveniente de actividades humanas. El río Las Ceibas –nuestra fuente de abastecimiento de agua-. Está siendo afectada por procesos mineros y geomorfológicos, pero el principal problema es la Ampliación de la Frontera Agrícola, ya que en 278Ha de la cuenca hay cultivos piscícola y de cereales (arroz), que según datos de la CAM, el volumen de agua que requieren es la quinta parte del consumo de Neiva, 340 litros, es decir el 11.52% del promedio de la oferta hídrica de este afluente.
Por eso, el mejor regalo que le podríamos brindar a la “Madre Tierra” en este nuevo homenaje, seria fortalecer nuestra “Conciencia Verde”, entender que las difíciles situaciones ambientales vividas en la actualidad, son consecuencia de nuestros actos, y que la única forma de mitigar en una mínima expresión estas complicaciones, será llenarnos de clorofila, y pensar que en nuestras manos está la solución.
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Por: Karlos Umaña Arias – karlos.umana@gmail.com